Colombia

#CríticaTelevisiva ‘Rigo’: un conmovedor final para una novela que ¡cómo nos va a hacer de falta!

A pesar de algunos devaneos en la trama, al final los personajes tienen el destino que merecen, resuelto de una manera digna y realista.

Rigo tuvo un conmovedor final y los televidentes colombianos la van a extrañar
Rigo tuvo un conmovedor final y los televidentes colombianos la van a extrañar

Tan emocionante como en el principio, así estuvo en el final: ‘Rigo’ llegó hasta sus últimos minutos haciendo llorar y emocionando a los colombianos con la resolución de su historia, con escenas que muchos esperaban ver al conocer todas las pedaleadas del hijo de Urrao en su carrera, y sobre todo, con Michelle.

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El año pasado escribí sobre cómo ‘Rigo’ fue la mejor producción de ficción de 2023. Mantuvo el tipo, así como en una etapa larga y compleja (de esas que se vieron en el último capítulo con el ciclista en Piamonte, cuesta abajo, solitario y heróico, o en Londres, por fin ganando la medalla de plata que lo hizo conocido en el país), con baches, con persistencia... y en vez de irse por la típica fórmula del biopic, la novela se concentró en las cuitas de su familia y en el costumbrismo paisa, para jamás quitarle ese tono tan divertido entre la solemnidad que implica triunfar y perder en nuestro deporte nacional.

Pero eso se dejó a un lado un poco. Solamente un poco, porque el final fue conmovedor. Rigo por fin cumplió sus sueños. Y ahora, ¿cómo llegará RCN a reemplazar una novela, que, como hasta le oí decir a un taxista que me recogía luego de una cena y que hablaba con un amigo, “era tan, tan bacana”?

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Aunque suene con todo el doble sentido del mundo, sí: es la percepción de muchos televidentes que comentan el final en redes sociales. Porque la novela tocó muchísimas realidades en Colombia: desde la barbarie del conflicto armado, hasta el hecho de cómo muchos colombianos siempre piensan en su madre cuando ascienden, por ejemplo.

Así, me fue imposible no conmoverme al ‘Rigo’ llevar a doña Aracely a Europa y al mostrarle el mar por primera vez, luego de todas las penurias que pasaron al ser Don Rigoberto asesinado. Su depresión, los asedios de Don Evaristo (con un final merecido, no sin antes criticar, irónicamente y en guiño a la segunda temporada de ‘Betty’ a Hugo Lombardi), tener que sobrevivir, sus conflictos con su hijo.

Fue un hermoso cierre para los dos.

Y por supuesto, el amor. A ‘Rigo’ le tocó luchar con tesón y rebuscársela, como tantos colombianos, tanto en la vida como en ese aspecto con Michelle. Rigo llena de emoción cuando gana la medalla de plata en Londres, pero no es tan emocionante ese momento como cuando él la va a buscar a Vancouver, más que romántico, es un encuentro que saca lágrimas. Y la actuación de ambos protagonistas llega a los corazones en ese abrazo, que no necesitó de más.

Por otro lado, hay que acotar que al estilo de una buena novela colombiana, los obstáculos para los protagonistas no son “maldita lisiada style”: fue digno el trato que le dieron al personaje de Adriana, que en un arranque de conciencia se da cuenta que Rigo no la ama y le da vía libre a Michelle.

Además, los secundarios también tienen su propio arco de personaje: Berenice por fin se queda con Tiberio, sí, no sin antes ver cómo enjuician al guerrillero que le destruyó la vida. Y Lucho, viendo a Girlesa otra vez retroceder en su vida, por fin la apoya como se merece.

Eso sí, habría sido un detalle encantador ver a los verdaderos Rigo y Michelle en la apertura de la tienda de ambos al final (Go, Rigo, Go), pero no todo puede ser tanta dicha. Eso, en un final lleno de ella y con ambos pintados en la chiva, como hacía el tío Lucho con cada victoria de Rigo, con un cierre coqueto y perfecto.

Y por último: no niego que querríamos ver algo más de la vida del ciclista, ya al lado de Nairo, por ejemplo. Pero quizás haya sido suficiente. Y así el hijo de Urrao nos deja con un hueco en el pecho, porque de ahí en adelante los televidentes colombianos exigirán la misma calidad de una producción que emocionó a un país entero y ojalá no esperen sentados.

Chaíto pues.

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