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A los 40 aprendes que lo más sano es perder algunas amistades que no te aportan

Llega una edad en la que ya no estás dispuesta a lidiar con quien sólo te resta

amistad

Los amigos son una parte importante de la vida pero no todos nos hacen sentir igual. Conforme vamos creciendo, aprendemos que hay personas que estarán dispuestas a escucharnos y darnos consejos, aunque sea de lejos mientras que otros sólo estarán en los días de fiesta.

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Con el tiempo, hacer amistades se vuelve más abrumador especialmente porque los intereses van cambiando y cada uno va formando su vida. El camino a veces puede volverse solitario pero las personas correctas estarán contigo.

A los 40 ya has alcanzado varios de tus objetivos, has encontrado cierta estabilidad y te enfocas en aquello que te hace feliz. También has vivido muchas decepciones y sabes lo que duele la traición de alguien en quien confiabas plenamente.

Es por eso que has aprendido que no tienes que soportar aquello que te causa malestar y eso incluye esas amistades que ya no te aportan nada positivo.

Y no es que tengas que cortar a todos de tu lista, simplemente se trata de aceptar que hay amistades que se pierden y por las que no tienes que luchar para recuperar.

Piénsalo. Seguro conoces a esas personas que cada vez que las encuentras te dejan un mal sabor de boca porque te cuestionan o juzgan lo que eres ahora. Quizá simplemente ya no están en el mismo canal porque cambiaron sus ideales y objetivos que alguna vez los unieron.

Nadie quiere opiniones no solicitadas ni tampoco estar con quien resta más de lo que suma. A veces hay que ser un poco egoístas cuando de nuestra felicidad se trata y cortar con aquellos que absorben tu energía.

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A los 40, mereces una amistad que se sienta como un refugio, que no te juzgue y que sea un soporte.

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Una verdadera amistad te hará sentir que mereces amor y apoyo. Comprenderá lo que eres ahora y te recordará que siempre hay alguien dispuesto a escucharte y darte un consejo honesto que te haga retomar el rumbo.

Esa persona te levantará el ánimo cuando más lo necesites pero también te plantará los pies en la tierra si siente que te estás perdiendo.

Esa amistad puede decirte cuando estás mal pero te apoyará para que obtengas los mejores resultados en la vida sin importar el camino que tomes. Ya sea que inicies un nuevo negocio, que te cambies de casa o incluso los logros de tus hijos, tu amiga los celebrará contigo.

Cuando “fracasas” en algo, te escuchará cuanto sea necesario y hará algo para que olvides esa pena. Tener una amistad así es esencial para sobrevivir en tiempos difíciles.

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Con esa persona, las cosas más banales se convierten en grandes recuerdos y los momentos más vergonzosos en anécdotas divertidas que les contarán a sus hijos.

La vida ha dado muchos giros y poco a poco has aprendido a transformar la adversidad en una oportunidad de hacer crecer tu espíritu.

Sí, es muy diferente una amistad a los 40 años que cuando tenías 20 o 30 años pero por nada en el mundo creas que estás condenada a rodearte de personas tóxicas o estar sola por siempre. ¡Aún queda mucho más por aprender y disfrutar! Puedes seguir conociendo gente, fortaleciendo amistades o reconectando con aquellos con los que ahora puedes compartir una perspectiva nueva de la vida.

No tienes por qué desacelerar el paso ni seguir un manual de “cómo ser una buena señora de 40 años». No existe tal cosa; cada quien vive la vida a su modo y a su ritmo. Concéntrate en ser feliz y las cosas fluirán.

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