Miguel vive en la calle, tiene 36 años y es originario de Olcuatitán en el Municipio de Nacajuca, Tabasco. Hace 10 años llegó a la Ciudad de México y se estableció en la zona de Tláhuac. Luego de que el medio Ruido en la Red levantara su testimonio sobe lo ocurrido en la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México, en redes sociales inició toda una movilización para dar conocer más de su historia.
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Miguel se encontraba justo debajo de la estructura que colapsó la noche del lunes.

Según cuenta, estaba con unos amigos debajo del paso y cuando iba a dormir, sintió como la tierra se cimbró y en segundos colapsó la estructura y dos vagones del metro cayeron al vacío entre la estación Olivos y Tezonco, justo donde se encontraba.
“<strong>Nosotros salimos corriendo, ni siquiera jalamos nuestras cobijas</strong>. Y de repente nos caímos, porque se vino el cimbradero grande y vimos como el metro se vino en dos. Se hundió y luego vino una desesperación de gente, horrible. No le deseo a nadie que lo vea”.
La historia de Miguel
En entrevista con Ruido en la Red, Miguel habló de sus orígenes, su familia y los retos de vivir en las calles vendiendo botellas, cartón y latas pero también dejó ver que es una persona inteligente, culta y con sueños.
Le gusta que le digan Angie, en honor a su abuela Angélica. Aprendió a tejer desde muy pequeño, habla varios dialectos, le gusta cantar y las películas de Cantinflas. «No me rindo y no me rajo ante la adversidad», dice.
«Se los digo humildemente como alguien más: gracias por esa muestra de cariño, por hacerme sentir que todavía vivo en la sociedad y que soy parte de ella a pesar lo alto, lo bueno y lo malo que hay en esta vida ahora. Muchas gracias, les deseo todo lo mejor…Hay que vivir la vida, echémosle ganas y todo va a estar bien», fue el mensaje que envió Miguel Ángel.
El problema que no queremos ver.
Después de viralizarse, muchas personas han buscado ayudar a Angie sin embargo, también han surgido charlatanes y oportunistas que buscan aprovecharse de la vulnerabilidad del momento.
Aún cuando también hay quienes tienen buenas intenciones, no debemos dejar de cuestionar el tema de la romantización de la pobreza que inevitablemente acompaña la situación de Miguel.
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Su elocuencia sin duda despertó una gran admiración en redes sociales pero entre las palabras de aliento y preocupación hacia su situación, estamos lejos de entender el verdadero problema.

La sociedad vive bajo la idea de que uno busca su situación y que ésta es consecuencia de actos individuales y se sorprende ante una persona que se muestra inteligente como Miguel.
Él está consciente de la situación del país y de que hay quienes están siempre más abajo. «Mi sueño más grande es un trabajo. Pasar mi día trabajando», dice Miguel Ángel en la entrevista.
Todos queremos un mejor país pero no se trata de expresar “tristeza” hacia un joven que «debería estar haciendo más». No se elige vivir así pero una parte de nosotros cree que sólo se trata de “echarle ganas”.
Está bien sentir empatía hacia personas como Miguel y conmovernos con historias de superación pero no perdamos de vista que el problema sigue ahí y seguirá sin importar cuántos buenos deseos tengamos.
Angie expresó la felicidad que le trajo la entrevista pues pudo visibilizarse a las masas, ¿y ahora qué? Como él, hay muchos en México. Personas inteligentes y conscientes de lo que viven pero que no tienen los recursos para salir de ahí porque no es un país de oportunidades para todos.
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