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‘La Gaviota’ pasó de sexy pero miserable a estar “arrugada” y feliz: las fotos con su historia

Margarita Rosa de Francisco reveló lo que la hizo sentirse tan infeliz en su juventud

Margarita Rosa de Francisco actriz

Han pasado casi 30 años desde que Café con aroma de mujer marcó a toda una generación amante de las telenovelas. Aún con las diversas adaptaciones que hubo en diferentes países y formatos, Margarita Rosa de Francisco y Guy Ecker, se han mantenido como los favoritos por ser los protagonistas originales. No importa el paso del tiempo, ambos siguen dando de qué hablar.

Especialmente Margarita Rosa de Francisco se ha convertido en una inspiración para las mujeres que están llegando a la mediana edad y que pasan de ésta.

La actriz tiene actualmente 57 años y si bien ya no luce como aquella joven “Gaviota” de 28 años, tiene la clave absoluta para manterse radiante: dejar de temerle al paso del tiempo.

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Margarita Rosa de Francisco confesó que fue infeliz en su juventud

Fue en una entrevista para la BBC que la actriz colombiana reveló que durante mucho tiempo se sintió presionada por los estándares de belleza, lo que la llevó a sentirse muy infeliz, pues pareciera que sólo era un producto.

“Me acostumbré a que el cuerpo mío era una obra para los demás, era un objeto para que otros lo disfrutaran y yo no en mi manera de vivirlo, de habitarlo. Sentía que mi cuerpo era un producto para vender (...) o de joven nunca fui feliz, fui absolutamente miserable. Ahora me siento francamente dichosa. Bueno, dentro de lo que un ser humano puede tener, pues uno sabe que hay días buenos y malos”, reveló

Hace 30 años, cuando De Francisco despuntó por su personaje de “La Gaviota”, se convirtió en un objeto de deseo para muchos. Sin embargo, estar dotada de gran belleza y un escultural cuerpo no la hizo sentirse halagada, al contrario, era miserable.

Desde siempre, las mujeres hemos vivido con un sin fin de presiones sobre cómo debemos vernos y ser para que nos consideren “suficientes”. Incluso cuando creemos estar siguiendo los supuestos estándares que impone la sociedad, terminamos sintiendo que “algo nos falta”.

Vivimos en un momento en el que se nos exige que abracemos nuestra naturalidad, pero no demasiado porque entonces nos vemos descuidadas”. Y quienes deciden recurrir a algún tratamiento o arreglo estético, son señaladas de “falsas” o que no tienen “amor propio”.

Es especialmente difícil no entrar en crisis cuando llegamos “a cierta edad” y comenzamos a ver las inevitables marcas que surgen con los años.

Margarita Rosa de Francisco encontró la felicidad en la aceptación

Es momento de aprender a ver más allá del físico y dejar de presionar para que alguien se vea o sea como queremos. Rompamos con la presión por la perfección y enfoquémonos en los logros más allá del aspecto físico.

La actriz colombiana aseguró que fue muy difícil aceptar ver los cambios en su cuerpo que llegaron con el paso de los años. Señaló que a sus 45 años se enfrentó a una crisis que la llevó a aplicarse sustancias en el rostro.

“Empezó a preocuparme que se me marcaban las arrugas y no tanto en el cuerpo, pero sí en la cara, y alcancé a caer en las soluciones de emergencia. Me puse botox en todas partes, me puse relleno en los labios también, porque esa es otra cosa de la vejez, que se empiezan a adelgazar los labios, como a meterse para adentro. Los cachetes también empiezan a descolgarse. Esa parte, por ejemplo, me parece terrible (...) He azotado mucho mi cuerpo por muchos años y digamos que solo un cuerpo joven aguanta tanto abuso y ya grande, pues no lo puedo hacer”, explicó.

Luego de varios años, logró entender que las marcas del tiempo en su cuerpo son inevitables y que aceptarlas es una forma de estar en paz con una misma.

“Yo me siento muy liberada. Me siento feliz. Eso no quiere decir que cuando me veo al espejo y me veo más vieja, a mí me parezca chévere. Hay muchas cosas que veo de mi cara que no me gustan, pero yo me siento ya con el derecho a tener esa cara. No tengo que pedir permiso para tener esa cara que ha producido mi vida, que ha producido mi andar, mi sentir. Entonces, me siento liberada. Esa es la palabra. Me siento aliviada de no tener el deber de ser bella, ni de ser joven, ni de ser sexy, ni apetitosa”, agregó.

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