La herida más abierta de Cali y su racismo y clasismo se vio en el Paro Nacional en Colombia en 2021. Los afros e indígenas lucharon por sus derechos en las calles y fueron ampliamente discriminados - hasta abaleados por alguien que ahora es funcionario público- por la élite blanca que ostenta el poder y es alabada en redes sociales. Pero el estadio entero en Cali, el Pacual Guerrero, este 11 de septiembre, vitoreó entero a una Linda Caicedo, la mayor estrella de la Selección Femenina sub-20 y eso es histórico en un lugar donde siempre se les ha despreciado.
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Linda, como todo jugador de su raza, ha sufrido violencias dobles: por su orientación sexual - Valeria Herrera, su novia, es una mujer blanco-mestiza y normada, aún así las critican-, y por claro, su origen étnico.
De hecho, en la eliminación del Mundial del año pasado, donde la Selección perdió contra Inglaterra, a Linda la llegaron a comparar hasta con un hombre. Y si bien la violencia contra los jugadores masculinos siempre ha sido por su etnia - que lo diga Mbappé, que incluso recibió transfobia indirecta por su pareja- ha sido doble para las mujeres: es común en Twitter que los hombres digan que ellas no saben jugar tanto como los hombres. Que no deberían recibir paga idéntica. Que mejor a la cocina.
Y claro, para alguien como Caicedo y sus compañeras (el ensañe contra las mujeres deportistas siempre ha sido doble, desde Tonya Harding hasta Mayra Ramírez, a quien comparan con un hombre al estilo Imane Khelif) esta situación se ha duplicado, al menos cada vez que pierden.
Nunca ganan con los Fifas, al menos en lo simbólico. Pero, ¿por qué es tan importante que ella, como mujer negra, haya triunfado precisamente en Cali?
Cali: una ciudad segregada por el racismo estructural
Tanto Cali como Cartagena, precisamente las ciudades con más afrocolombianos en Colombia, son las que más mantienen estructuras segregadas donde la población afro se ve relegada a ciertos espacios donde puede formar comunidad aparte de los espacios de la élite blanca que también son spots turísticos tradicionales.
Aunque en Cali, claro, esta visión desde festivales como el Petronio y otras actividades culturales se haya ampliado y haya honrado a una población que no permite ni condescendencias ni a más salvadores blancos, aún existe ese estigma racista: de hecho, desde incidentes relacionados con la autoridad (ya ni qué decir cómo se pronunciaba la élite blanca de Cali ante afros e indígenas en el Paro de 2021) hasta tesis académicas que hablan de esta problemática: esa segregación que aísla e impide el ascenso social. Que estigmatiza. Que criminaliza.
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Sin contar, claro, la famosa foto de la Revista Hola en 2012, donde dos mujeres de la élite blanca eran servidas por dos empleadas de servicio negras y causó revuelo. Todo, para que al final se les terminara cosificando (como desde los tiempos coloniales) en una portada como la de la Revista Soho, comandada en ese entonces por Daniel Samper Ospina.
Linda Caicedo ha hecho historia en una ciudad que le debe muchísimo a las mujeres como ella en Cali y en todo el país. Y este, se espera, que sea el comienzo.