El mundo está atravesando por una de las mayores crisis de los últimos años y es que mientras la pandemia por COVID-19 no ha dado tregua, han surgido otros problemas a nivel social, económico, político y hasta ecológico.
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El 2021 apenas comienza pero los medios ya se han llenado de malas noticias. Por un lado, todos los días escuchamos que el sector salud en todas partes está en un momento crítico y por otro, está la tensión que se suscitó en Estados Unidos a unos días de que el aún presidente Donald Trump deje la presidencia.
Estamos tensos, angustiados y temerosos ante lo que pueda suceder el resto del año.
Durante el 2020 se habló mucho sobre los efectos que todo esto ha tenido, desde la ansiedad hasta la depresión y el insomnio pero hasta ahora es cuando todo ese agotamiento que provoca las malas noticias, se ha catalogado como una «fatiga por crisis».

Y es que ya ha quedado claro que no necesitas vivir en carne propia una situación tensa para sentirte en peligro o estar en alerta constante. Basta con la sobreexposición a situaciones que te provocan malestar para sentirte al borde del colapso. las malas noticias ofrecen imágenes violentas e incómodas y el tono que suelen utilizar las narraciones hace que tu angustia incremente.
Es posible que en este momento te sientas perdida, abrumada o demasiado cansada por todo eso, y eso es perfectamente natural. Según explican los expertos, tu cuerpo está bien adaptado para manejar el estrés temporal, pero puede verse sobrepasado por las constantes e implacables presiones de este horrible año.
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Todos los días enfrentamos situaciones estresantes y de alguna manera, nuestro cuerpo se ha acostumbrado a ello sin colapsar. Pero conforme esto aumenta y se acumula, los niveles altos de cortisol causan estragos en el cuerpo, lo que resulta en problemas como ansiedad e insomnio.
Mientras más constante sea la tensión, más afecciones tendremos y puede llevarnos a un aumento de peso, presión arterial alta e incluso pérdida ósea. Por ello, no es mentira cuando dicen que el estrés puede matar.

Sin embargo, por momentos pareciera que somos adictos a esas malas noticias. ¿Por qué pasa esto? El cerebro humano está configurado para prestar atención a la información que nos asusta o inquieta, un concepto conocido como «sesgo de negatividad». Esto es lo que provoca que validemos más las noticias de impacto negativo y que por ende, terminen afectando nuestras percepción y emociones con mayor fuerza.
Tranquila, esto no será para siempre y aunque no lo creas, puedes contrarrestarlo sin dejar de mantenerte informada.
Elige cómo consumes noticias
No es necesario que elimines todos los medios de comunicación para evitar que te deprimas sino de tomar las decisiones correctas. Lo mejor que puedes hacer es elegir tus fuentes de información y los horarios en los que las consumes. Equilibra las malas noticias con historias inspiradoras de modo que tengas dos caras de la moneda sin ignorar lo que pasa en el mundo. Puedes leer todo lo que está ocurriendo en el país pero después de ello, busca algo que te levante el ánimo como una noticia de un gatito que baila o ver una serie que te de mucha risa, aunque sea la décima vez que la repites.
Silencia cualquier cuenta de redes sociales que te provoque malestar
Las redes sociales pueden ayudarte a mantenerse en contacto con la gente, pero también pueden hacer que te sientas ansiosa, incluso cuando sean personas que conoces o las notas más banales de famosos. Lo que las personas comparten en sus redes puede ser un desahogo para ellas pero un malestar para ti. Puedes también hacer limpieza de tu lista de contactos y eliminar a aquellas personas que simplemente no te hacen sentir bien. Intenta tomar un descanso o limitar la forma en que usas las redes sociales. Puedes decidir ver grupos o páginas en particular, pero no pasar todo el tiempo en ellas.
Está bien evitar algunas conversaciones
Las noticias, particularmente las grandes que probablemente causen más estrés, inevitablemente se vuelven parte de la conversación en tus redes sociales, chats o incluso entre tus familiares a la hora de comer. A veces esos debates son importantes para que entre todos entiendan lo que está sucediendo pero al mismo tiempo, está bien no formar parte de ello. Bien dicen que en la mesa nunca hay que hablar de «política, religión o deportes» entonces establezcan un límite para las malas noticias. Recuerda que está bien elegir no comprometerte a participar en ello si no lo deseas. Si algún tema te resulta estresante, es válido cambiarlo o simplemente decir «prefiero no hablar de esto».
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