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Final de ‘Desencantada’ dejó una gran duda: ¿Por qué el deseo de Giselle se volvió una maldición?

Giselle se convierte en una madrastra malvada en 'Desencantada'

*Cuidado: esta nota contiene spoilers*

Han pasado 15 años desde la última vez que vimos a Giselle dejar el mágico mundo de Andalasia para comenzar una vida de ensueño en Nueva York al lado de su “príncipe encantador”, el abogado Robert y su hija Morgan.

La cinta plantea que en los cuentos de hadas, el ‘felices por siempre’ se queda ahí pero que en la vida real la magia eventualmente se acaba.

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Es entonces cuando la familia toma la decisión de mudarse a un pequeño pueblo en los suburbios llamado Monroeville donde todo es aparentemente más tranquilo y perfecto para iniciar una nueva vida.

Los problemas de Giselle van más allá de enfrentar a una bruja o luchar contra dragones

Dado que Morgan ahora es una adolescente, Giselle se enfrenta a sus actitudes sarcásticas y de desaprobación constante. Por supuesto la protagonista mantiene la esperanza en su gran positividad sin embargo, poco a poco se da cuenta de que su vida de ensueño está perdiendo el encanto.

Edward y Nancy hacen una visita inesperada a Giselle y le regalan una varita mágica para honrar a su primogénita, señalando que es “una verdadera hija de Andalasia”. Cuando Giselle repite esa frase a su bebé, Morgan se siente desplazada, pues en sus venas no corre ninguna sangre de un reino mágico.

Por si fuera poco, en un intento para alegrar a Morgan, termina haciéndola quedar en ridículo en su nueva escuela, lo que ocasiona una discusión con ella.

Para recuperar el balance en su familia, Giselle le pide un deseo a la varita que transforma su nuevo hogar en un reino mágico lleno de animalitos del bosque, pueblerinos cantantes y una reina malvada sedienta de poder.

Lo que nadie esperaba era que Giselle adoptaría el papel de la malvada madrastra de Morgan (después de todo ella es su hijastra y en los cuentos de hadas, la madrastra siempre es malvada, ¿no?)

Mientras que en un inicio las cosas parecen marchar bien, poco a poco Giselle se da cuenta de que en realidad está replicando el cuento de la Cenicienta, obligando a Morgan a hacer los quehaceres del hogar y a vivir en una torre descuidada aunque aparentemente es una adolescente feliz, llena de ilusiones.

Cada minuto que pasa, Giselle se vuelve una madrastra cada vez más malvada y le encomienda a Morgan revertir el hechizo. Con la ayuda de Nancy, la joven descubre que la clave para hacerlo está en el árbol de memorias de Giselle, algo que ella misma le inculcó cuando niña pues fue ella quien la vio crecer.

Al igual que Encantada, Desencantada rompe con los clichés de los cuentos de hadas

Al final Morgan salva a Giselle luego de que ésta le dice “sí eres una hija de Andalasia porque eres mi hija”. Gracias al amor que se tienen a pesar de no ser madre e hija biológica, rompen con el cliché de que las madrastras buscan hacer miserables a sus hijastras.

Giselle adoptó a Morgan como su hija, lo que la convertía en “una verdadera hija de Andalasia”.

Vivimos en una época en que ser mamá va más allá de engendrar un hijo. Madres solteras, tías, abuelas e incluso parejas del mismo sexo tienen la capacidad de ejercer una crianza amorosa. El hecho de que Desencantada haga del reconocimiento del amor entre una madrastra y una hijastra, se vuelve algo verdaderamente conmovedor y poderoso.

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