Recientemente, Cecilia Bolocco hizo una nueva transmisión en vivo para promocionar algunos productos de su marca. Sin embargo, en medio de su exhibición, entregó información sobre su fundación Care y recordó el difícil momento que enfrentó cuando su hijo Máximo Bolocco fue diagnosticado con un tumor cerebral.
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“No se imaginan cómo lloré ese día. Estaba en Miami, nos habíamos ido con Máximo a hacer su tratamiento que resultó estar equivocado porque no teníamos la información correcta, y llegamos a un lugar que tenía la tecnología, pero no tenían el protocolo indicado para él y empezaron a hacerle un tratamiento que no era el que se requería”, contó.
“Casi me morí”, dijo sobre la reacción que tuvo al enterarse. Cecilia Bolocco detalló que ese día se encontró con su pareja, quien intentó subirle el ánimo con la intención de seguir adelante. “Yo con la angustia más espantosa, ¿saben lo que le dije? ‘¿Sabes que me da tanta pena...? Que toda esa gente maravillosa que rezó aquel día cuando operamos a Máximo en Santiago, y que se produjo ese milagro, porque salió caminando a los tres días, piensan que él está sano y bueno, y probablemente ya se olvidaron y no están rezando por él”, comentó.
“Después de la operación vino una bomba atómica cuando me dieron el resultado de su biopsia. Yo por respeto a él y para hacer el tratamiento en privacidad, no lo comunicamos a nadie (...) Yo creo que, a lo mejor, habían muchos que seguían rezando por él, porque encontré la salida, encontré el tratamiento. Fueron tres hospitales más que tuvimos que visitar, perdimos tiempo, en fin”, detalló, indicando que eso es justamente lo que no quiere que le pase a nadie. “Porque no tiene que ver con recursos ni contactos, tiene que ver con que no está la información correcta afuera. No está al acceso de todo el mundo y eso no puede ser”, remarcó.
La reflexión de Cecilia Bolocco:
Luego de recordar su experiencia con la enfermedad de su hijo Máximo Bolocco, Cecilia Bolocco destacó que “uno cuando de mejor ánimo tiene que andar, es cuando anda mal, porque eso genera que uno pueda enfrentarse de mejor manera al problema, pero si uno además se echa a morir, estás sonada”.
“Hay días en que uno, sí, solo quiere llorar”, agregó, recordando una situación personal. “Yo me encerraba en el baño a llorar mucho, mucho. Y otra vez que me fui a la terraza a un rincón del balcón. Porque uno tiene que desahogarse, uno no se va a quedar con la angustia, la pena y el dolor adentro. Hay que botarlo”, señaló.
“También hay que invitar a quien sufre, que lo haga”, continuó, indicando que en su caso, “le decía a Máximo que lo haga y me decía ‘te encuentro toda la razón’, y agarrábamos las almohadas, y nos pegábamos, y hacíamos de todo. Y terminábamos riéndonos, porque siempre hay un motivo para sonreír”, cerró.