Para Anna Faris la maternidad no ha sido nada fácil pues tuvo que enfrentarse a los retos de cuidar a su hijo prematuro. Si bien ha hecho un gran trabajo al darle una vida feliz al pequeño Jack, no deja de ser una labor titánica a la que muchas mujeres se enfrentan solas.
Faris estuvo casada con el actor Chris Pratt por ocho años y juntos tuvieron a Jack Pratt, quien nació el 25 de agosto de 2012. Aunque ambos parecían tener una relación perfecta, terminaron por divorciarse en 2017 presuntamente por problemas de celos laborales.
Eso sí, ambos acordaron mantener una relación cordial para criar a su hijo y ver por su bienestar.
El pequeño ahora tiene 8 años pero desde que nació ha pasado por una serie de complicaciones de salud que han hecho de él un verdadero guerrero. Por supuesto, la crianza amorosa de Faris ha sido clave en la fortaleza de Jack.
Jack nació dos meses antes y aunque hoy en día no es extraño conocer casos de bebés prematuros, sigue siendo todo un ejemplo de fortaleza.
El primogénito de los actores sufrió una hemorragia cerebral severa al nacer y requeriría varias cirugías; tenía problemas de visión y motricidad, además de probabilidades de presentar problemas en su desarrollo.
Para Faris, el diagnóstico que los médicos dieron de su hijo era poco alentador pero ella se aferró a creer que lo tendría en sus brazos para verlo crecer.
El pequeño logró superar las expectativas médicas y hoy es un niño fuerte y feliz que se ha convertido en la razón más importante de Faris para seguir siempre hacia adelante.
¿Cómo criar niños fuertes y seguros de sí mismos?
La sociedad ejerce mucha presión sobre las madres cuando de crianza se trata. Sin embargo, más allá de todo lo material que se le pueda proporcionar a un hijo, la enseñanza de buenos valores debe ser lo más importante.
Es momento de hacer de lado todas esas creencias que dicen que los niños están obligados a ser hombres fuertes físicamente que no deben mostrar vulnerabilidad alguna.
No hay un manual sobre cómo ser el padre o la madre perfectos pero sí hay que poner atención en la forma en la que se educa a los niños, el entorno donde desarrollan sus habilidades sociales y el estilo de vida que se lleva en casa.
Es importante ser un modelo a seguir, no perfecto pero sí uno que motive comportamientos positivos en los niños. Una de las acciones positivas que Faris ha llevado a cabo frente a su hijo, ha sido la relación cordial que mantiene con su padre ya que es una forma de enseñarle que la agresión nunca es la solución.
Hay que enseñarles que su sentir es válido, que sus emociones son importantes y que está bien sentirse enojados o con miedo pero que deben transformarlo en algo positivo. Esto les da el valor de la compasión y la bondad, y que “ser bueno” no es cuestión de género sino de valores.
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