Colombia

‘Las Primeras Damas’: el lado más humano de una de las labores más ingratas de Colombia

Felipe Zuleta Lleras muestra desde sus logros, cómo desde hace más de 30 años, las primeras damas han jugado un papel fundamental en el país.

tutina de santos vogue

Jackie Kennedy decía que le molestaba el mote de ‘Primera Dama’: le sonaba como un caballo de carreras. Algo parecido han sentido algunas pares de Colombia, que lejos o cerca de quien instauró el rol de consorte moderna en una república democrática, han logrado trascender por nombre propio.

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Pero, más allá de ese apelativo altamente decorativo y superficial, a través de la historia reciente se ha visto en la historia de Colombia cómo ellas han contribuido no solo al bienestar de sus maridos, sino que han creado desde ministerios como el de Cultura, hasta programas de alimentación y música como la legendaria ‘Batuta’.

Esto es lo que cuenta Felipe Zuleta Lleras en su libro ‘Las primeras damas’, que abarca los periodos que comprenden desde Carolina Isakson de Barco hasta Verónica Alcocer, que peculiarmente no quiso hablar para el libro.

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Entrevistas directas, fuentes indirectas, detalles íntimos: el periodista y escritor Felipe Zuleta Lleras, gracias a su cercanía y contactos con sus maridos, logró testimonios inéditos y empáticos sobre esas mujeres tan atacadas o queridas en su momento que supieron de primera mano cómo estaban sus maridos en los momentos más álgidos del país.

Y por esta razón, NUEVA MUJER COLOMBIA, habló con el comunicador sobre cómo entrevistó a estas mujeres en un documento histórico para la posteridad.

¿Por qué este periodo de tiempo en específico (1986-2024)?

Nidia Quintero ya está muy entrada en años. Entonces eso nos lleva a Carolina Isakson: por muchos años y a través de diferentes circunstancias trabajé los cuatro años con ellos. Entonces, llamé a la hija de Carolina, que me ayudó. Así que arrancamos de ahí y llegamos a María Juliana. Con Verónica Alocer hice todos los intentos, pero no lo logré.

No creo que pase. Ella quiere entrevistas favorables a su imagen.Y eso ya no va a pasar, a estas alturas. Y teniendo en cuenta lo que ha pasado con ella y cómo se reevalúa este papel, ¿cómo es llega con este libro, donde se muestra todo lo que ella se hicieron?

El libro es anterior a estos escándalos y hacerlo me tomó casi un año. Tuvo mucho trabajo y, cuando yo me puse a investigar y dije: " aquí nadie ha escrito de manera ordenada sobre las primeras damas”. Así que arranqué con el proceso de pedirles a las primeras damas que me ayudaran, pero me tocó hacerlo a través de los esposos.

El lío estuvo con doña Lina, porque a ella no le gusta: no era porque fuera yo o no fuera yo, aunque yo fui, pues fui un opositor virulento del presidente Uribe. Pero la constancia vence lo que la dicha no alcanza: entonces yo le escribí a doña Lina. Me pidió que me mandara 100 preguntas y me las contestó como usted las vio en el libro: inteligente, entretenida, amable, seria. Todo a la vez.

Entonces, yo leí eso, y le dije a doña Lina: " esto está impecable, yo no lo voy a tocar”. A todas les mandé el texto por respeto. Es una mujer inteligentísima, y desenfadada, tal y como cuenta cuando la necesitan de “florero” para un evento de la costa y ella pregunta a qué horas “necesitan el florero”.

¿Qué han hecho las Primeras Damas que no sabemos como público?

Las primeras damas han hecho cosas maravillosas. Cuando usted agarra el libro se da cuenta que las madres comunitarias de Carolina de Barco, la Fundación Matamoros, Batuta, Colfuturo, De Cero a Cien,los programas de la biblioteca de Nohra de Pastrana y la reunificación de familias y ollas comunitarias cuando el terremoto de Armenia.

Se hicieron cosas importantes, pero si María Juliana se pone una chaqueta verde, acá, la destrozan. No le importó tanto: uno de los hombres del Servicio Secreto de los Estados Unidos, le dijo: “señora, usted está espectacular”. Se puso feliz. Solo cuando salió se enteró que la destrozaron en redes sociales.

¿Cuáles son los episodios más humanos de cada una?

A María Juliana le dio COVID, se tuvo que aislar en un cuarto y en el libro cuenta cómo Iván Duque lloró por Carlos Holmes Trujillo. Por su parte, Tutina de Santos contó cómo fue cuando perdieron el Plebiscito, y cómo vivió el cáncer del presidente Santos. Es decir, son seres humanos, son como usted o yo.

Entonces ahí es donde yo creo que con ellas los colombianos hemos sido injustos con ellas.

Aunque toda consorte “” ha sido blanco de críticas. Desde María Antonieta, hasta Michelle Obama, pero como usted dice bien: este libro las humaniza.

Los colombianos les debemos mucho. Mucha gente se ha beneficiado con todos estos programas que han hecho las primeras damas y con las uñas, porque como no tienen oficina, no tienen presupuesto y no tienen despacho pues tienen que juntar la consejería de no sé qué, más el ministerio de no sé qué, más la empresa privada. Es decir, es un esfuerzo brutal que no se agradece.

Ahora, el día del conversatorio en el Gimnasio Moderno se sentían tranquilas y amigables entre ellas. Se soplaban cosas. Porque nadie, o por lo menos que sepamos nosotros, les había hecho un homenaje de sentarlas para que hablaran de sus mejores momentos, de sus momentos tristes, de la crianza, el menú, la ropa, los viajes, todo.

Por supuesto, el libro no se podía quedar en solo eso. Habría sido muy ligero. Por eso hablamos de sus programas de primeras. Eso es lo más rescatable. Y pues luego son las anécdotas.

Lina Moreno de Uribe en el libro es inteligentísima. Sorprende mucho con sus respuestas. ¿Qué otra primera dama hizo lo mismo para usted en el libro?

Ana Milena (esposa de César Gaviria). Pero en general, todas tienen su carisma, ya que son inteligentes, preparadísimas, con carreras profesionales. Y eso se nota. Y una cosa que me llamó mucho la atención, es que en un momento me dijeron: “nosotras vemos cosas que el Presidente no ve”. Nohra Puyana me decía que Andrés Pastrana no todas las veces le hacía caso, pero que ella se sentía en la obligación de decirle lo que no veía. Y fíjese también: todas las familias presentadas en el libro son normales. Funcionales.

No como la actual, que es totalmente disfuncional. Porque María Juliana como mamá es maravillosa. Nohra de Pastrana, igual. Ana Milena da grandes historias de Simón y Maria Paz, e incluso Tutina trataba de mantener a la familia unida comiendo juntos todos los miércoles.

Ellas lo hicieron todo para unir a sus familias. Yo me sorprendí por ejemplo al saber que el presidente Duque se levantaba a las cuatro y media de la mañana María Juliana, excepto por la pandemia llevó a los niños al colegio todos los días. O sea, ¿qué mamá hace eso?

Es irónico que aunque muchas de ellas hacen muchas cosas, se les ataque de primeras por su labor, menoscabando su trabajo.

Ese es un tema de las redes. O sea, yo no encuentro qué sentido tiene meterse con los hijos pequeños de los presidentes. Pero en un contexto de polarización, si dices algo bueno de Duque, estás enmermelado, y si luego se critica a Petro, otra cosa. Es cansino. Es una agresividad para todo, porque estamos enfermos como sociedad.

Pero en época de redes la imagen es importante. Tutina fue celebrada por la moda, y a nosotros como jóvenes nos gustó mucho ver a Verónica Alcocer bailando en campaña, aunque todo eso se haya volteado en su contra actualmente.

No la conozco personalmente. Pero sí digo que históricamente ha existido la dignidad presidencial. La institucionalidad. Y si eso se pisotea, ¿qué pasa ahí? No me imagino a Cristina Arango de Pastrano, a Carolina Isakson o a Nohra Puyana haciendo esto, porque existe precisamente una dignidad.

Y es que la Primera Dama, así el cargo no exista (Lina Moreno decía “si yo soy la primera, ¿quién es la segunda?”) es la esposa del presidente y tiene que comportarse con altura.

La mujer del César debe parecerlo, básicamente.

Claro. Entonces, no puede salir a las calles de Barranquilla con ese espectáculo. Eso, a pesar de que Lina Moreno dijera que la envidiaba y que no dejase de bailar.

Pero ha pasado dos años bailando ,viajando, con maquillador, no sé qué. Pero ¿cuál es su primer programa social? ¿El primero?

¿Cuál fue el testimonio de todas ellas que más lo conmovió? El secuestro y desaparición del papá de Nohra Puyana es algo durísimo.

Yo coincido con usted. El tema del papá de Nohra es el más duro. Cuando lo secuestraron y lo encontraron muerto. Pero también me conmovió lo que se vivió al interior de la familia Santos cuando este tenía cáncer. Todas tuvieron que vivir cosas muy duras. Pero tal vez el más duro sea el de Nohra. Y valerosa, ella: primero le secuestran a su esposo, el alcalde, se salvó de milagro, y luego viene el secuestro y asesinato de su padre.

Y por eso es importante mostrar la cara humana de ellas. Todas tuvieron momentos muy difíciles en la presidencia. Los hijos de María Juliana lloraban en pandemia al preguntarle por qué se iba si estaban confinados. “Te vas a morir”. Y ella tenía que explicarles que si una casa se estaba incendiando tienen que llegar los bomberos. “Su papá y yo somos como los bomberos”. Pero eso para un niño chiquito es difícil de entender.

¿Cuál cree que fue la Primera Dama más injustamente tratada? Pienso en María Juliana Ruiz, precisamente.

Sí, creo lo mismo. A ella le tocó el Covid, se metieron con sus hijos y con lo de Panaca, la destrozaron por la ropa. Es la primera dama más joven. Entonces, tiene que tener pellejo para haber aguantado lo que aguantó. Aunque a Jackie de Samper le tocó lo mismo, cuando no existían las redes. Pero fueron los medios los que hicieron lo mismo, aunque sin redes eso hace la cosa menos dura.

Tal vez con Tutina no se metieron mucho, que yo me acuerde. Y por supuesto, ahora mismo, Verónica Alcocer. Pero usted recoge lo que cosecha. Si ellos cosechan odio, pues recogen odio. Y a ella le tienen calificativos. Y a ella eso la debe afectar.

Viendo en conjunto todos los testimonios, ¿cómo definiría históricamente el rol de la primera dama en Colombia?

Yo creo que todas desde hace décadas, han hecho lo que ha tocado. Colombia hasta los años 80 era un país rural. Y el papel de la primera dama era más de esposa de presidente. Además, no habían recursos. Ellas no tenían un papel distinto de ser esposas y madres. Cuando Colombia se vuelve más amplio en temas de presupuesto y se moderniza, ahí fue que las primeras damas adquieren otro papel. Con una excepción: el ICBF se crea con Cecilia de Lleras en 1968, con la primera dama en un papel público.

Pero eran más primeras damas y mamás. Mi abuela, por ejemplo, estaba pendiente de que todo estuviese impecable. Y estaba pendiente del colegio de mi mamá y de mis tíos. Era otra cosa. Era otro país. Pero yo creo que Colombia va a tener que dar el debate sobre qué hacer con las primeras damas.

En ese sentido, ¿cómo debería ser una primera dama actualmente?

Es complicado, porque si usted le da funciones públicas, queda sometido al control político. Yo le he echado mucha cabeza al tema de cómo podría ser. Y no tengo la solución por lo que le digo. Porque si la Primera Dama tiene cargo público, tiene que comparecer ante el Congreso.

Yo no tendría la solución. Pero no la tienen en Estados Unidos. Donde hacen cosas, pero no tienen funciones públicas. Y esto es porque no fueron ellas las elegidas, fueron sus esposos.

Yo quisiera ver cuando este país tenga a una mujer elegida qué harán con el “primer damo”. Quiero ver eso: el tipo se enloquece. Pobre, sin poder trabajar, sin salario, mirando el mercado de la casa. ¿ Cómo sería eso? Sería apasionante. Pero estoy especulando.

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