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¿Por qué las mujeres estamos tan enojadas, exigiendo justicia?

Mientras el país lidia con una crisis que empeora, la revuelta entre una nueva generación de feministas está cobrando fuerza.

Mientras el país lidia con una crisis que empeora, la revuelta entre una nueva generación de feministas está cobrando fuerza. Y es que en México la violencia hacia las mujeres es una pandemia mucho más grande que la del COVID-19.

Las mujeres hemos tenido que aprender a defendernos de los hombres; de las miradas lascivas, de los piropos que no pedimos y de los toqueteos incómodos. Hemos tenido que aprender a elegir nuestra ropa según a dónde vayamos, con quién vayamos y a qué hora vayamos porque, «no vayan a creer que estamos provocando». Hemos tenido que aprender a no caminar solas y a mirar a todas partes «por si alguien nos viene siguiendo».

Las protestas que se vivieron en marzo, antes del confinamiento y la reciente toma de las diferentes sedes de la CNDH en diversos estados ha dejado claro una cosa: las mujeres estamos enojadas y cada vez  estamos más hartas de la indiferencia, de la falta de acción y de la violencia que va en aumento.

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Las mujeres estamos enojadas porque se minimiza nuestra lucha. Porque sin importar nuestro estrato social, color de piel, talla, forma de vestir, si somos madres o no, si estudiamos o no, somos blanco fácil de quienes nos considerar un pedazo de carne o un simple objeto de placer.

Las mujeres hemos decidido tomar las calles y las instancias de gobierno como una forma de mostrar el hartazgo hacia la falta de seriedad de quienes deberían velar por nuestros derechos. Estamos enojadas porque ante muchos, es más indignante ver una pared con pintas o un cuadro destruido que una mujer cuyo cuerpo es ultrajado.

Y mientras que muchos rechazan el término «feminicidio» o tergiversan la intención del movimiento feminista, otros siguen cuestionan y señalando a quienes exigimos justicia.

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Madres cuyas hijas fueron desaparecidas, niñas que con apenas 10 años fueron víctimas de violación, jóvenes que no pueden salir a la calle sin ser acosadas o perseguidas. La inseguridad está a la alza y nadie hace nada porque «ya deberíamos estar acostumbradas».

Estamos enojadas porque México se ha convertido en un país donde los crímenes quedan impunes y donde las víctimas somos culpables.

Estamos enojadas porque antes de cuestionar la educación que están recibiendo nuestros hijos y la falta de valores en la sociedad, se nos señala por querer vivir feminidad, por celebrar nuestra sexualidad y soñar con libertad.

Las mujeres queremos que nos dejen de llamar «exageradas», «feminazis» o «locas» por luchas por nuestros derechos. Queremos caminar por la calle sin miedo a no volver a casa. Queremos vestir como queramos sin pensar en si alguien «nos va a faltar al respeto». Queremos tener una pareja que «no vaya a salir violenta». Queremos tener hijas que puedan vivir tranquilas

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