Los concursos de belleza han existido desde 1854, por lo que en la actualidad, sus prácticas han sido normalizadas y aceptadas socialmente a nivel internacional. Sin embargo, desde hace algunos años, han comenzado a surgir dudas sobre su aporte a la sociedad moderna. ¿Un concurso enfocado a la belleza física de sus participantes, tiene lugar en un mundo que tiende cada vez más hacia la diversidad? Para muchos, la respuesta es: no.
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En México, la Comisión de la Igualdad de Género, propuso una iniciativa para incluir en la Ley general de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, el concepto de «violencia simbólica». Con el fin de eliminar el financiamiento público a concursos y certámenes de belleza. Esto, provocó un debate sobre todo lo que sucede dentro dichas competencias y cómo es considerado violencia en contra de las mujeres.
Violencia en los concursos de belleza
Se replican y promueven estereotipos de género
Para que una mujer pueda ser participante de un concurso de belleza, es común que se le exija que sea soltera, no tener hijos y cumplir con ciertas características físicas que corresponden a la delgadez y cuerpos considerados ‘femeninos’.
Se castiga la diversidad de cuerpos
Dentro de los concursos de belleza, procesos naturales del cuerpo como las estrías, el vello corporal, las arrugas y la celulitis, son vistos como indeseables y como señal de descuido o de mala salud, lo cual afecta directamente a la autoestima de las participantes, tanto como de la audiencia.
Concursos para niñas
En la actualidad, no sólo las mujeres participan en certámenes de belleza, sino también las niñas. Existen competencias de belleza para bebés, niñas y adolescentes, que incitan a las participantes a usar productos como maquillaje, bronceadores y disfraces. Programas de televisión como ‘Toddlers and Tiaras’ muestran cómo en algunos casos, las niñas son puestas a dieta para competir, creando problemas de imagen corporal desde temprana edad.