Aunque a veces creemos que el engaño fue cosa de una vez, hay señales que demuestran que en realidad ese hombre es un infiel patológico y no va a cambiar tan fácilmente.
PUBLICIDAD
Somos ilusas al pensar que solo nuestro amor es suficiente para modificar estos comportamientos, cuando la realidad es que la mayor parte del trabajo lo debe hacer la otra persona, con convicción, compromiso e incluso acompañamiento de un profesional de la salud mental.
Esto, porque suelen ser heridas de la infancia o rasgos de su personalidad difíciles de modificar, para los que se necesita mucha fuerza de voluntad.
Señales de que un hombre es un infiel patológico
No es empático
A esto se le llama tendencia a la psicopatía, que no es lo mismo que ser un asesino en serie, sino tener falta de empatía ante el sufrimiento de otras personas. Son manipuladores, no les gusta asumir su responsabilidad y hasta te harán sentir culpable de cosas que hicieron mal.
Necesidad de aprobación
Le gustan los elogios de terceros y con ellos, es que reafirma su valor. Esto es peligroso porque en cuanto aparezca alguien más que le diga cosas bonitas, le va a prestar atención. En el fondo padece una autoestima débil y un gran complejo de inferioridad, la cual busca recompensarse gustándole a otras personas.
Es frío
Son personas con apego evitativo, es decir, son de naturaleza mas fría, con tendencia a permanecer distantes, teniendo siempre relaciones serán menos profundas, con un nivel alto de agresividad, hostilidad y comportamiento esquivo a la hora de amar.
Es superficial
Vanidoso, egocéntrico, superficial, le presta mucha atención a su apariencia física y a la de los demás. Los hombres infieles patológicos se dejan llevar por su deseo sexual, siendo esto por un factor netamente físico y que busca atender su deseo sexual sin que nada más le importe.
Es mentiroso
Así como te miente en cosas del día a día, lo hará con otra relación oculta. “Las mentiras patológicas pueden hacer que el que engaña se sienta heroico o que tenga la ilusión de tener todo el tiempo el control”, asegura Boone Christianson, terapeuta familiar. ¡Presta atención!