Tradicionalmente la mayor parte del peso de cuidar del hogar y los hijos ha caído en la mujer, por eso muchos hombres creen que ofrecen su “ayuda” cuando realizan un apoyo al respecto, pero en realidad se trata de su deber.
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Tanto ellas como ellos deben atender de manera equitativa los deberes de casa, por lo que no se le puede llamar “ayuda” a algo que en realidad les corresponde y que deben cumplir como su responsabilidad.
Este término aplica cuando hacemos algo que no nos compete o nos requiere un esfuerzo para hacer algo por quien nos necesita, por lo que es ahora de hablar con los términos correctos y sobre todo, dejar de sentirse mal al respecto.
No estamos fallando en nuestro rol como madres o esposas si tenemos que dividir el trabajo en la crianza o en los quehaceres. Al contrario, le estamos permitiendo al otro participar activamente del proceso, algo que es sano para todos.
Incluso para la relación, pues para nadie es un secreto lo agotador que es atender tantas cosas a la vez y al final día no hay tiempo, energías o ánimos para el romance, sino para descansar.
Una madre feliz es una familia feliz, lo que se representará en la dinámica saludable con tu pareja para avivar el amor, la paciencia hacia tus hijos y tus propios espacios de realización personal al disponer del tiempo y la vitalidad para hacerlo.
Es importante cambiarnos el chip de que los hombres “merecen ser atendidos”, porque ellos son tan responsables como tú del mantenimiento del hogar y lo anterior solo es parte de un discurso machista que le asignó roles de géneros injustos a las mujeres desde hace muchas décadas.
Asimismo, la sociedad debe dejar de ver como excepcionales a aquellos hombres que cumplen con sus tareas domésticas y normalizar la participación del hombre en el hogar, sin bombos ni platillos.