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Columna de opinión: “La influencia de los estereotipos, dominación y castración de lo femenino”

Para entender la influencia de los estereotipos primero debemos saber qué son. Un estereotipo es un conjunto de imágenes creadas en nuestra mente, lejanas a la realidad y que enmarcan componentes cognitivos, afectivos y de conducta. Asignan características, cualidades y formas.

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Se trata de creencias compartidas socialmente, sobre grupos o personas individuales que están exageradas, logrando generar una creencia acerca de un determinado rasgo que pertenece, identifica o caracteriza a una persona o un grupo.

Los estereotipos son similares a los prejuicios, por tanto, son ideas preconcebidas alejadas de la realidad que revelan de manera constante una forma de discriminación solapada que atenta en el autoconcepto, la autopercepciónm ambos factores que proveen de una autoestima sana en las mujeres. Entender los estereotipos desde el punto de vista del género, determina ciertos roles específicos para lo femenino y masculino, perpetuando dicotomías que se basan en diferencias supuestas acerca de capacidades, actitudes y comportamientos que deberían tener tanto hombres como mujeres.

En este contexto, los estereotipos que son también una forma de categorizar a la mujer, han ido a través de la historia enmarcando el comportamiento de las mujeres en muchos aspectos, en los roles de madre y esposa, en el aspecto profesional y por sobre todo en el cuerpo y la sexualidad. La representación de las mujeres a través de distintas épocas es una constante, ha sido una manera de dominación y castración de lo femenino, que hasta el día de hoy siguen siendo esclavas las mujeres. En la mayoría de las representaciones de la mujer, los estereotipos refuerzan un comportamiento sumiso, cercano a distorsionar la vulnerabilidad como sinónimo de debilidad, lo cual es terreno fértil para promover modelos en los cuales la mujer se posiciona en roles de segundo plano. Como ejemplo de este fenómeno la sexualidad femenina se enmarca en polaridades una más puritana o conservadora destinada a la reproducción, y por otra parte una hipersexualización, el feminismo en este sentido ha dado una dura lucha por reivindicar la aceptación del cuerpo y liberar a las mujeres para vivan su sexualidad sin juicios, ni categorías.

¿Podemos salirnos del estereotipo?

Comprender que cuestionar es el primer paso y ha servido para derribar los estereotipos construidos entorno a la mujer, su cuerpo, su femineidad y sus roles. En este sentido, es complejo abrir el diálogo, puesto que surge el riesgo de derribar algunos y terminar reforzando nuevos estereotipos.

Si queremos salir de los estereotipos, se debe dejar de validar las estructuras sociales, culturales e incluso históricas que los sostienen, como ejemplo que las mujeres debemos abrirnos a diálogos generativos, de construcción de perspectivas nuevas acerca de la maternidad, la profesión, la sexualidad y las relaciones. Comenzando por entender que las problemáticas de las mujeres son transversales y que sólo creando comunidad en relación a estas, podremos derribar las creencias que sostienen los estereotipos que aún nos mantienen ancladas a la presión social del deber ser  de la mujer bajo el orden que se ha perpetuado a lo largo de la historia.

Principales estereotipos que categorizan y en cierta medida discriminan a las mujeres

Partir por situarnos en lo que dicen tanto de mujeres y hombres en términos de género los estereotipos, en lo femenino habla de necesidad, dependencia, vulnerabilidad y afiliación. Por otra parte, en lo masculino habla de dominio, agresión y realización. Si observamos esto podemos entender que las mujeres por sí solas no podrían llegar a estar satisfechas, que requieren necesariamente la presencia de otro en sus vidas para realizarse en la vida, acentúa en el aspecto de afiliación que las mujeres estarían más dispuestas a las relaciones, por tanto más proclives a la sumisión o dominación, lo que hace calzar perfectamente las piezas si relacionamos ambos estereotipos.

En este marco podemos nombrar los principales estereotipos que han determinado la vida de las mujeres a lo largo del tiempo y hasta nuestros días.

Sin duda, el rol de madre en la mujer es el que sostiene muchos estereotipos, tales como la dedicación exclusiva en la crianza, la característica que se le asigna como que la mujer es más protectora por tanto el cuidado de los hijos recae sobre la mujer aún en cualquier circunstancia y el impacto es evaluado positivamente en la mayoría de los casos y duramente castigado cuando no es así. Como ejemplo podemos decir que un comportamiento negativo de un niño u adolescente en su círculo social, es juzgado inmediatamente al tipo de crianza materno para luego indagar en otros factores, esto claramente obliga a las mujeres a practicar una suerte de abnegación absoluta al cuidado de los hijos, perpetuando el aspecto sumiso del estereotipo femenino.

Otro estereotipo que ha sido construido a través de narrativas distópicas, es acerca del cuerpo de la mujer, esto ha tenido sin duda un duro impacto en el alto índice de trastornos alimentarios en su mayoría por cumplir con los cánones de belleza establecidos en las distintas épocas. En la publicidad, en el cine, en los medios de comunicación, en redes sociales, entre otros, se describen figuras de mujeres delgadas, con frondosas melenas, jóvenes, que incluso luego de la maternidad deben mantenerse con un cuerpo que de alguna manera no cambia con esto, ni con el paso del tiempo. Pieles tersas, perfectas obligan a las mujeres a retratarse utilizando todo tipo de filtros, cumpliéndose en este punto la condición categorizante y discriminatoria que poseen los estereotipos.

Al cuerpo de la mujer se le ha asignado características que son inalcanzables y antinaturales, por ejemplo que “debemos mantenernos siempre jóvenes”, por esta razón, el miedo a envejecer se ha transformado en una constante muy peligrosa, ya que nuevamente vemos como la condición de asignar características de los estereotipos se cumple, sin dejar mucho espacio a la realidad de cada edad, a la belleza natural y única de cada mujer, a cortar incluso los años de la mujer por no cumplir con esta imagen física de juventud. Esto podría derivar en cuadros depresivos producto del rechazo a la imagen física y menosprecio de sí misma por no cumplir con lo establecido.

Otro estereotipo construido y que afecta a las mujeres en el ámbito profesional, surge a la hora de que una mujer pueda ejercer roles de liderazgo, en este sentido se han construido creencias acerca de la sensibilidad, característica que ha asignado a lo femenino, por tanto, las mujeres no estarían aptas para la toma de decisiones, para dirigir un grupo de personas, para establecer objetivos, dudando de la capacidad de obtener resultados. Afortunadamente hay cada día más mujeres que validan a otras mujeres, por tanto, el apoyo para que una pueda crecer y llegar a puestos de liderazgo es una realidad. Para quebrar este estereotipo se debe educar acerca de las características femeninas que estimulan la capacidad de la mujer para dirigir, crear, gestionar y liderar, desmitificando que estás corresponden a un género, sino que entender que en el ámbito profesional corremos de igual a igual con nuestros compañeros y que ambos pueden formar equipos que complementados logran metas.

En conclusión, los estereotipos son construcciones ficticias, que no aportan en el desarrollo de una psiquis sana para las mujeres, y pese a que se encuentran arraigadas en nuestro colectivo, es posible instalar diálogos entre mujeres que cuestionen las ideas que han sido impuestas en estos aspectos de modo de erradicar las estructuras que los sostienen, logrando así mayor equidad en espacios que promuevan la colaboración e integración, sin sesgos y sin estereotipos.

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