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Cuando papá es una figura intermitente en tu vida

Tener un papá intermitente afecta tanto como uno ausente

La sociedad tiende a señalar más a las mujeres que a los hombres en todos los sentidos. Que una cría a sus hijos sola es casi tan malo como que los abandone pero cuando se trata de un padre ausente, no pasa nada.

Un padre ausente es aquel que abandona a la mujer en la crianza de sus hijos pero un padre intermitente puede ser igual o peor.

Aquel que está pero no está. Que aparece y desaparece de un momento a otro. Aquel que no sabes si cuentas o no con su apoyo.

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El modelo tradicional de familia dicta que una debe crecer de la mano de mamá y papá, sin embargo, poco se habla de aquellas que carecen de esa figura paterna directa.

Aunque mamá termina por ser un superhéroe de tiempo completo,  crecer sin un padre -o con un padre que se va- tiene sus estragos en el corazón y la mente de un hijo.

Los papás que no están, son un tema muy delicado. El contacto poco frecuente o esporádico puede ser difícil de tratar y causar muchos estragos en la personalidad de un niño. Y aunque hay muchos factores que explican su ausencia, es claro las necesidades de un niño por tener a su figura paterna permanecen.

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Y es que un padre intermitente envía mensajes confusos y contradictorios que dicen que te aman, pero no lo suficiente para permanecer a tu lado.

Entonces surge la llamada «herida del padre», que según expertos es la disfunción psicológica, relacional y física que ocurre en personas que crecieron con un padre que estaba emocional o físicamente ausente.

Con una figura que está presente y ausente al mismo tiempo,  un niño puede convertirse en un adulto desconfiado, temen ser traicionados, no reconocidos, ignorados o descuidados.

La figura paterna puede ser sustituida en cierto modo con un abuelo, un tío o incluso un padrastro si es que la madre vuelve a tener una pareja con quien cría a su hijo. Sin embargo, esto no es suficiente. Siempre estará la pregunta de por qué papá no está como con otros niños.

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¿Qué hacer entonces?

Sanar es un proceso difícil y toma tiempo. Lo mejor es que lo hagas de la mano de alguien en quien confíes y que te ame sin señalamientos. De igual modo puedes buscar ayuda de un profesional que te ayude a ver las cosas desde una perspectiva objetiva y no tan emocional.

Examina cómo la falta de tu padre afectó tu vida y lo que has conseguido por ti misma.  Eso te ayudará a recuperar poder sobre ti. Cuando somos niños, estamos a merced de nuestros padres pero al crecer, logramos separarnos de ellos. Darte cuenta de cómo esta ausencia te afectó te permitirá saber qué es lo que no quieres y lo que realmente mereces. Permítete sentir y abrazar todas esas emociones. No repitas patrones y lucha por la vida que siempre deseaste. Eres más fuerte de lo que crees y eres capaz de tomar las riendas de tu vida para ser feliz.

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