Las restricciones sanitarias debido a la pandemia por coronavirus, nos han obligado a adaptarnos a un nuevo estilo de vida, en el cual situaciones que anteriormente formaban parte de la vida cotidiana, como ir al gimnasio o comprar comida en establecimientos específicos, han dejado de ser accesibles.
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Estos cambios de hábitos pueden provocar estragos en nuestra salud física y mental que pueden traducirse en un aumento de peso. Para descubrir la relación entre las emociones y el hambre, hablamos con Circe Montes de Oca, Coach de apoyo psicoemocional en Pronokal Group México.
Circe nos comenta que algunos factores que pueden favorecer al aumento de peso durante la cuarentena son: el tener la comida más cerca al pasar más tiempo en la casa, la disminución de actividad física, así como el aumento de estrés y ansiedad por la actual situación. Todo esto provoca hambre emocional, que de acuerdo con la psicóloga, surge a raíz de un entendimiento de la comida como un refugio para evadir las emociones incómodas.
Hambre emocional y hambre real: cómo distinguirlas
Existen diferencias entre el hambre real y el hambre emocional, el primer paso para poder controlar la segunda, es poder identificarla. Circe recomienda analizar los siguientes puntos cuando se tienen antojos o hambre repentina.
Preguntarse cuándo fue su última comida: si se han pasado varias horas en ayuno, es posible que sea hambre real, pero si no han pasado más de dos horas desde la última comida, lo más probable es que se trate de hambre emocional.
El hambre emocional aparece repentinamente: esta sensación aparece en forma de antojos y de un momento a otro, a diferencia del hambre fisiológica que es gradual.
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No le satisface cualquier alimento: el hambre emocional tiende a ser más específica, normalmente hacia alimentos altos en carbohidratos y azúcares. Esto se debe a que la ansiedad y el estrés pueden provocar un déficit de energía en el cuerpo, lo que hace que se busquen este tipo de alimentos.
Analizar de dónde proviene la sensación: el hambre fisiológica proviene del estómago y cuando se pasa por periodos de ayuno, crea una sensación de vacío, mientras que el hambre emocional, se siente en la boca como un antojo.
Cómo se siente después de comer: si se trata de hambre real, la sensación debe ser de satisfacción. Por otro lado si es hambre emocional, se puede tener un sentimiento de culpa y una sensación de haber comido en exceso.
Una vez que se ha cuestionado si se siente hambre o no, es más fácil para la persona saber cuándo necesita ingerir alimentos, y cuando debe canalizar sus emociones mediante otro tipo de actividad, como ejercicios de respiración diafragmática, meditación o buscar otra actividad que desvíe el pensamiento de lo que provoca estrés y que no sea la comida.
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