La crisis por la pandemia de coronavirus ha dejado nuestras vidas al descubierto. Las mujeres nos hemos mostrado en redes sociales tal y como somos en nuestro día a día: en pijama o en ropa deportiva, despeinadas y sin maquillaje.
PUBLICIDAD
Piénsalo: estamos en casa, encerradas y aisladas del mundo; con tantas tensiones y estrés acumulado, lo último que queremos es dedicar tiempo a ponernos máscara de pestañas o rubor. Y mientras que muchas hemos sido señaladas por una sociedad que considera que no maquillarse es igual a ser «descuidada» o «fea», estamos aprendiendo a ver nuestro cuerpo con otros ojos.
No sólo estamos abrazando nuestro cabello natural, sino también nuestra piel desnuda.
TAMBIÉN LEE: El poder de pintarte los labios durante la cuarentena
Claro, no tiene nada de malo pensar en un poco de maquillaje, de hecho, hay estudios psicológicos que aseguran que este ayuda a mejorar tu estado de ánimo y a sentirte poderosa. Pero lo que es un hecho es que independientemente de lo que decidas, hay un cambio en tu relación con el maquillaje.

Es decir, si nos maquillamos o peinamos bonito ya no es bajo la presión de tener que ir arregladas al trabajo o gustarle a nuestra cita. Ahora, es completamente por y para nosotras; bajo nuestras propias reglas. No esperamos nada, sólo sentirnos bellas porque sí; sin importar que estemos entre cuatro paredes.
TAMBIÉN LEE: Es momento de dejar de criticar a las mujeres por no «maquillarse o arreglarse» durante la cuarentena
Es una actitud diferente.
Para muchas de nosotras, el corrector para cubrir las ojeras o los brotes de acné era obligatorio y resultaba abrumador no tenerlo a la mano. Ahora, no importa andar con la piel desnuda. Durante esta pandemia, muchas nos hemos dado cuenta de que cubrir esas imperfecciones no es más importante que aprender a aceptarlas y trabajar sobre ellas desde un punto de vista más amoroso.
PUBLICIDAD
Porque sí, este es un buen momento para adoptar nuevos hábitos y remedios que ayuden a nuestra piel a respirar. Pero sobretodo, es un buen momento para liberarnos de los estándares de belleza que nos ha impuesto la sociedad y poner en marcha el amor propio.