El estrés es algo que todos experimentan pero cuando este se convierte en un ciclo vicioso del que no puedes salir, el panorama puede tornarse oscuro. Hay tanto detrás de lo que un caso de estrés crónico puede provocar, desde depresión, ansiedad y psicosis hasta un trastorno de estrés postraumático que crece a largo plazo.
Usamos la palabra «estrés» para describir los eventos difíciles y desafiantes que a pesar de ser parte de la vida, se convierten en un obstáculo para nuestra tranquilidad y en cierto punto, de nuestra libertad.
El estrés se refleja en la poca energía, dolores de cabeza, dolores de estómago e insomnio. La cabeza te da vueltas por la noche con ideas catastróficas y peor cuando eso se traspasa a una pesadez física que hace que sientas el cuerpo como un bloque de concreto.
El estrés es un monstruo que te persigue 24/7 y cuando estás es el punto más caótico, lo último que necesitas es que te digan que «te calmes».
Sí, quienes pasamos por ello sabemos que necesitamos respirar y «relajarnos» pero no queremos que nos lo estén recordando. El problema con el estrés está en cómo procesa uno las situaciones difíciles de la vida y cambiar de mentalidad no es tan simple como muchos creen. El estrés no es realmente una cosa, son muchas…demasiadas, de hecho.
Todos hemos estado ahí en un momento u otro y no hay nada más frustrante que el hecho que alguien más llegue a decir que te calmes o que no es para tanto. La diferencia es que hay quienes son capaces de solucionar las cosas, sin que les afecten demás.
El problema del estrés crónico es que básicamente un trastorno de ansiedad, por lo que puede ser tan difícil detener ese lapsus, más no imposible.
¿Qué hacer entonces? Fácil.
1) Si conoces a alguie con este problema, lo último que debes hacer es decirle que necesita relajarse. Ya lo sabe pero debe trabajar en ello.
2) Si eres alguien con estrés, aquí van dos formas de trabajarlo:
Identifica la fuente de tu estrés. Pregúntate qué es lo que te está causando ese estrés, algunas razones son más obvias que otras; como problemas laborales o familiares, pero a veces son nuestros propios miedos y pensamientos fatalistas los que contribuyen a nuestra angustia. Lo mejor que puedes hacer es escribir lo que crees que te está causando este estrés y la mejor manera de resolverlo.
Acepta que algunas cosas están fuera de tu control. Si la causa de tu estrés es algo que no puedes controlar, entonces debe restar eso de la lista de «cosas que te estresan». Intenta aceptar las cosas que no puedes cambiar y concéntrate en hacer frente a las cosas que puedes.
Tómate un tiempo fuera. A veces tienes que dar un paso atrás para evitar tomar decisiones rápidas o irracionales, motivadas por el estrés. Salir a caminar, practicar yoga, escuchar música o cualquier otra actividad libre de estrés te ayudará a moverte para que puedas preparar tu mente para pensar mejor y recuperar el control de la situación.
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