Vivimos en un mundo que avanza de forma muy rápida, en donde existen demasiados estímulos que te evaden, y en el cual te obligan a acostumbrarte a las desgracias. Parece que hemos perdido la capacidad de sentir empatía, y eso es preocupante.
No hay nada más bello que intentar ponerte en el lugar de otra persona antes de emitir un juicio. Hay dolores que no entendemos porque no los hemos vivido, y tal vez jamás lo haremos. Sin embargo, sí sabemos qué es la tristeza, la decepción y el sufrimiento.
Sabemos lo terrible que son estos sentimientos y no es un estado que le deseemos jamás a alguien. Abrazar el dolor de otras personas como su fuera el tuyo prueba que tienes un corazón muy grande y un alma muy bella.
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Nos queremos convertir en el juez absoluto, y medir a todos conforme lo que nosotros creemos, sentimos, o el contexto que hemos vivido. Según información de la ONU, somos 7,500 millones de personas en el mundo.
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Imagínate querer medir a todos con las mismas reglas con las que te riges tú, o que tengan las mismas inclinaciones. Por supuesto eso no va a pasar, y lo único que provocarás es comenzar a segregar a la población por usar un solo molde para todos.
Cada una de estas personas son un universo completamente distinto formado por miedos, alegrías, peculiaridades y muchos sueños. Antes de insultar, rechazar o juzgar a una persona debemos recordar esto.
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Todas las historias son únicas e igual de valiosas. Abracemos el dolor de nuestros semejantes para actuar con empatía, y convertirnos en mejores personas.