Dicen que de la vista nace el amor, independientemente de lo que consideremos bello, es en quien nos llama la atención físicamente en donde tendemos a poner todos los esfuerzos para ser algo más que amigos. Sin embargo, hay algo más profundo que eso que hará que tu relación perdure.
En un estudio reciente publicado en el portal de Huff Post Woman, reveló que en cualquier debate romántico, el de la cara más linda es el ganador. Pero qué pasa en esos casos en los que de principio no hay ningún tipo de atracción aparente y de repente surge el amor.
La justificación que la ciencia da para confirmar que una relación de pareja se consolide como tal y permanezca, es el periodo previo en el que fueron simplemente amigos. Tomaron a 167 parejas como referencia y los cuestionaron sobre el tiempo que tenían de conocerse y el tiempo que tenían de estar juntos como una pareja. Esa diferencia es lo que determinaron como “periodo amistoso”.
Posteriormente, un grupo de codificadores evaluaron a los miembros de cada pareja con la finalidad de averiguar qué tanto influía el atractivo físico para que permanecieran juntos. Los calificaron en una escala de -3 (poco atractivo) a 3 (muy atractivo). Al terminar, agruparon a las parejas que tuvieron una amistad previa (40%) y a las que no (41%), en el resto de los casos (20%) nunca se pusieron de acuerdo y dieron respuestas muy distintas.
La conclusión fue que las parejas que mantuvieron una amistad previa tienden a verse como personas más atractivas, que las que no se dieron el “periodo amistoso”. Si en algún momento empiezas a ver a tu mejor amigo como el hombre más guapo del planeta, he aquí la explicación.
Lo que el estudio está corroborando es que existen vínculos mucho más fuertes que el atractivo físico que influyen en el nivel de nuestras relaciones. Ese “no sé qué” que nos encanta de alguien y que nos cuesta trabajo definir, tiene que ver con algo que va más allá de la superficialidad romántica.
El atractivo visual es importante como punto de partida, pero esta revelación nos muestra la otra cara de la moneda, en la que el secreto está en la convivencia y la profundidad de las conexiones humanas.
Quizá aquél hombre de cuerpo atlético y cara divina nos estremece, pero al final lo que sigue teniendo mayor valor es lo que surge después de que escarbamos las primeras capas de una persona, y eso sólo es posible cuando nos damos más tiempo para conocerla.
Está comprobado que en los terrenos de las citas románticas, la primera impresión tiene mucho valor, pero en las historias de amor legendarias, lo que sucede después es lo que cuenta.