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Malhumor, el enemigo de nuestro corazón

Un episodio de ira incrementa la posibilidad de tener un ataque al corazón, según un estudio.

Yo no lo creía hasta el momento en el que mis emociones –sobre todo las negativas—se empezaron a transformar en dolores de cabeza, insomnio, falta de aire y dolor de estómago. El enojo y la ira son igual de poderosas que la sensación de euforia positiva, tiene la misma intensidad solo que al contrario de la felicidad, estas no se sienten nada bien y traen consecuencias graves.

Intenta recordar un episodio de felicidad intensa, observa que la sensación que se produce en tu estómago hasta cierto punto te da placer y tranquilidad. Ahora ubica un episodio de furia e ira, algo que te haya hecho estallar en cólera. El simple hecho de recordarlo te incomoda, ¿cierto? Entonces estamos de acuerdo que podemos distinguir perfectamente lo que sucede en nuestro cuerpo cuando nuestros pensamientos y emociones se dirigen a espacios y ambientes distintos.

Pero eso no es todo, un estudio publicado en The European Heart Journal, aseguró que el riesgo de padecer un infarto se incrementa 8.5 veces más dos horas después de un episodio de enojo extremo, comparado con los pequeños y habituales malestares del día a día.

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Existen alternativas que van desde la alimentación hasta ejercicios mentales y físicos, terapias y la meditación para evitar que en medio de todo el alboroto que vivimos diario, lleguemos a un episodio incontrolable en el que nuestras emociones se disparen y nos hagan propensos a este tipo de reacciones.

El cuerpo es sabio y es necesario mantenerlo en equilibrio si queremos estar saludables. Ya no basta solo con hacer ejercicio y descansar, el manejo de emociones es básico para un desarrollo integral en la salud mental y física.

En este estudio se analizaron a 313 pacientes del Hospital Royal North Shore de Sidney, en Australia que habían sufrido un ataque al corazón. De todos los pacientes, más de 10 habían sufrido un episodio de ira al menos dos horas antes del acontecimiento.

Los episodios de estrés y enojo representan cambios repentinos y drásticos en el ritmo cardíaco y la presión sanguínea. Thomas Buckley, autor de este estudio comenta lo siguiente:

La mayoría de los infartos son consecuencia de la formación de un coágulo en la arteria coronaria, que suele producirse al desprenderse la placa acumulada en la pared del vaso sanguíneo. Es posible que los cambios fisiológicos asociados a la ira contribuyan a este proceso.

Seguramente hemos padecido alguno de estos episodios de enojo en nuestra vida o conocemos a alguien cercano que lo ha sufrido. A pesar de ser casi completamente un problema de autocontrol y personalidad, puede controlarse con ayuda médica.

Es importante detectar el problema si se hace muy frecuente en nuestra vida, no está de más observarnos un poco y conocer cómo es que reaccionamos ante las circunstancias que no nos gustan. Si de plano nos ponemos pero que ogros, entonces lo mejor es comenzar a cambiar de hábitos y de modos de vida antes de llegar a los extremos.

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