Aunque algunas religiones siguen censurando el uso de anticonceptivos, por aquello de que fornicar es un pecado y el sexo sirve sólo para procrear, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que el cuidado de la salud sexual y reproductiva es indispensable para mejorar la vida de las mujeres y los niños (no se menciona nada sobre los hombres, pero es obvio que también salen ganando). Es decir que la OMS entiende la anticoncepción como un derecho humano.
Lo anterior nos parece racional y por lo tanto universal, pero no todos lo entienden de la misma forma. Estamos hablando de salud sexual y reproductiva… es decir, de salud (que es un derecho humano), pero también hablamos del derecho de cada mujer y de cada hombre a tomar decisiones en torno a su propia vida: los hijos no son una opción viable para todos, y lo más justo para las nuevas vidas es que resulten de la planificación.
El Derecho internacional ha generado muchos textos legales al respecto, y la mayoría de los países reconoce que las personas deben tener derechos sexuales y reproductivos. De hecho, la Plataforma de Acción de Pekín (1995), establece lo siguiente:
Los derechos reproductivos comprenden ciertos derechos humanos ya reconocidos en leyes nacionales, documentos internacionales sobre derechos humanos y otros documentos de consenso relacionados. Se basan en el reconocimiento del derecho básico de todas las parejas de decidir libre y responsablemente el número y espaciamiento de sus hijos y de tener la información y los medios para hacerlo, y el derecho de alcanzar el mejor estándar de salud sexual y reproductiva. También incluye su derecho a adoptar decisiones relativas a la reproducción sin sufrir discriminación, coacciones ni violencia, de conformidad con lo establecido en los documentos de derechos humanos.
Las religiones, como ha sido su costumbre a lo largo de la historia, no contemplan lo anterior, especialmente porque suelen estar basadas en sistemas patriarcales y machistas, en que la mujer, esa gran pecadora, debe estar sometida, aceptar a los hijos que los dioses le envíen y cuidarlos con abnegación en casa, sin mirar más allá. Por eso las religiones pierden adeptos poco a poco, o comienzan a contar con representantes más abiertos cada vez.
Actualmente, los anticonceptivos son parte de nuestra vida, y nos parece inconcebible que las mujeres del pasado no los hayan tomado, sin mencionar la vasectomía y otros métodos anticonceptivos para hombres, que son ya también una realidad. Por eso nos sorprende que la OMS haya esperado hasta los 90 para reconocer por escrito el asunto como un derecho humano.
Fuente: Muy Interesante