Wellness

Cuando todo está bien ¿Por qué me lo cuestiono todo?

¿Negativa yo?

Muchas veces me sorprendo a mí misma preguntándome y cuestionándomelo todo. No es que no disfrute la vida pero en esos momento en que todo está bien, es cuando da por analizar y desmenuzarlo todo, poner las cosas en perspectiva, hacer un mea culpa, un balance, o como quieras llamarlo.

Y claro, si estás enfermo, sin trabajo, triste o tienes problemas graves, sólo vas por el torbellino del día día sin lograr detenerte ni pensar nada. Hay muchos que tienen vidas así y no hay mucho que hacer, es lo que les tocó y hay problemas que simplemente no tienen solución.

Pero cuando uno tiene la suerte de que todo pareciera estar bien en la vida de uno… viene el cuestionamiento. Algunos le dicen a una que no se “haga problemas” pero ¿Es eso realmente lo que una está haciendo?

Puede ser. Quizá es que una es una obsesiva masoquista depresiva pesimista y negativa que siempre ve el vaso medio vacío. O puede ser simplemente que uno es de una naturaleza curiosa y le gusta analizar como es que va la vida de uno, y cuál es el próximo paso.

De hecho, cuando me califican de alegona y me dicen que soy negativa… sonrío para mis adentros y pienso  que aunque puede que en parte tengan razón, el hecho de que conciban reclamón como sinónimo de negativo, es un acto puro de negatividad “Esta persona está alegando. Es negativa” en vez de pensar, por ejemplo, que este ser alegón lo que en realidad quiere es mejorar.

Dudé si titular este post con una pregunta, a saber ¿Por qué nos ponemos negativas? Pero luego recordé que no tenía nada que preguntar. Que sabía perfectamente por qué me ponía negativa.

Me pongo negativa porque soy así. Y punto. Y no le doy más vueltas. Porque si lo pensamos bien, cada vez que nos preguntamos “por qué se fue, por qué murió, por qué el señor me la quitó”  o el porqué de cualquier asunto, las respuestas nunca son suficientes. La adicción a la pregunta por qué es una de las peores.

Sin embargo, hay una adicción que nunca es mala.

Se llama la adicción a la pregunta para qué.

Me la enseñó una vieja amiga mientras le lloraba en su hombro por un amor perdido. Yo, inconsolable, le preguntaba por qué.

Y ella, seria y compuesta, me mira a los ojos, y me dice con cariño: “Deja de preguntarte por qué y comienza a preguntarte para qué”.

Y entonces todo tuvo sentido. Ahora, cada vez que me enfrento a un dilema, problema, confusión; grave o no grave, simple o complejo, propio o alejado, importante o sin importancia, me pregunto porqué durante un día. Y luego dejo de hacerlo y me pregunto para qué.

Los períodos de negatividad van y vienen; generalmente vienen cuando estamos con todos los problemas encima pero también vienen cuando pasa la tormenta y hay que recoger los pedazos de lo que sea se te haya roto: la casa, la pega o el corazón.

Luego, estos períodos se van; y te das cuenta cuando te ríes por el motivo más tonto que se te ocurre o cuando haces cosas ridículas con quien amas –cosas que nadie sabe ni sabrá jamás- y te ríes de haber sido tan tonta y tan cuestionadora. Mientras no sea una actitud constante, de esas que te impiden ver lo bueno de las cosas, que te paralizan y no te dejan levantarte… todo bien.

La negatividad pasa, pero sabes que ese período negro volverá. Nunca tan zen y ciega para hacer como que no vuelve.

En resumen, a veces me pongo negativa. Pero sé que se me va a pasar.

¿Les ocurre que a veces se ponen negativas?

Síguenos en Google News:Google News

Contenido Patrocinado

Lo Último