La culpa es un sentimiento doloroso que surge cuando una persona siente que ha transgredido un valor personal o social y sobre todo cuando ha perjudicado a alguien. Se origina en el desarrollo de la conciencia moral, que se inicia en la infancia y tiene las influencias de varios factores, tales como las diferencias individuales, la familia, la cultura y sociedad.
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Sin embargo, cuando la culpa es tomada por el ego, hace que nos sintamos mal una y otra vez, a pesar de que muchas veces hemos reparado nuestro error o lo que es peor, cuando en realidad no hemos hecho nada malo. Esto ocurre porque cuando niños teníamos un pensamiento mágico y egocéntrico, donde nos creíamos todo lo que nos decían y hacíamos asociaciones que no eran reales, como por ejemplo, la abuela se murió porque yo no la fui a ver a la clínica, al mismo tiempo, que pensamos que todo gira alrededor nuestro, por lo que vamos creyendo que lo “malo” que sucede es nuestra culpa.
Cuando te crees los juicios de tu ego, que te hace pensar que eres culpable comienza el sufrimiento.
Al mismo tiempo, cada vez que te culpas de algo, automáticamente tratarás de culpar a otro de tu situación. ¿Por qué pasa esto? Porque es la forma que tiene la mente de eludir su responsabilidad y ocultar su poder. A nadie le gusta sentir esto, por lo tanto, tratarás de “repartir la culpa” para liberarte de ella, porque creerás que al hacerlo tu dolor terminará.
Sin embargo, sucede todo lo contrario, no te liberas. El gran problema de este mecanismo, es que renuncias a tu poder creador y a la capacidad que tienes de crear tu propia vida. Debido a que te desentiendes de lo que te sucede y olvidando que todo lo que ocurre en tu vida, tiene su origen dentro de ti.
Pondré un ejemplo muy cotidiano y que lo escucho frecuentemente en mis pacientes: tienes una amiga que siempre se queja, se victimiza y está muy identificada con su ego, mientras que tú has comenzado un camino de transformación personal, donde estás tratando de dejar esas viejas prácticas atrás. Es posible que cada día se te haga más difícil hablar con ella, por lo que la llamarás menos, evitarás juntarte con ella y tu distanciamiento te hará sentir culpable. ¿Te suena familiar? Te hago una invitación a dejar esa culpa, ya que debes pensar que no has hecho nada malo, simplemente estás sintiendo que estás transgrediendo los nuevos valores que estás adoptando, como reconocer tus creencias limitantes, hacerte cargo de tus emociones, amarte y cuidarte más. Mientras que ella ya no está en la misma sintonía que tú.
Debes ser sincera contigo y reconocer si esta amistad vale la pena continuar, si tu respuesta es sí, practica la compasión, demuéstrale tu amor y al mismo tiempo muéstrale tu nueva forma de pensar y sentir, de esta manera la puedes inspirar para que comience un nuevo cambio en su vida.
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Si la respuesta es no, pues suelta, porque somos la media de las personas con las que pasamos más tiempo en la vida y si no te sientes a gusto con ella, está retrasando el cumplimiento de tus objetivos.
Para que puedas liberarte de la culpa, tienes que saber que ésta y el castigo son la causa y el efecto del mecanismo que utiliza el ego para mantener el control sobre ti y tu vida.
¿Qué puedo hacer para dejar de culparme?
Tú eres quién puede elegir cada día, la culpa o la inocencia. Si no eres consciente, tu mente elegirá por ti.
En el momento que eliges culpable, es porque crees que mereces castigo y crees que lo que has hecho es imperdonable. Te invito a preguntarte: ¿realmente me quiero tratar así? Aunque realmente hayas cometido un grave error, hazte ese cuestionamiento.
La manera que te recomiendo de abordar la culpa, es que elijas hacerte cargo de lo que has hecho, pide perdón, reconoce el error y comprométete a estar más atento para que no vuelva a suceder.
No es aconsejable seguir arrastrando las culpas por días, semanas, meses o eternamente, porque de esta manera abres las puertas al miedo, castigo, sufrimiento y más tarde puedes enfermarte. Honestamente ¿quieres esto para ti?
Los pasos para liberarte de las culpas que te impone el ego, es tomar consciencia de que eres un ser humano maravilloso, lleno de amor y luz y si te equivocas, siempre puedes repararlo y cambiar.
Perdona a las personas que te hacen daño, eso también te libera de emociones como el rencor, la rabia, frustración, que son emociones que te hacen vibrar bajo y te mantienen en el juicio y la culpa.
Del mismo modo perdónate a ti mismo, eres humano, te equivocas, por error, ignorancia, miedo, etc., pero siempre tienes la posibilidad de levantarte y comenzar de nuevo, creando la vida que deseas.
Por último, te invito a conectar con tu esencia, medita, haz yoga, mindfulness, vuelve tu mirada hacia adentro, ahí encontrarás todo lo que buscas, el más puro amor y la paz contigo mismo.
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