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La reina Isabel II falleció el pasado viernes 9 de septiembre, dejando un gran vacío en el mundo, y un gran dolor en la realeza, quien la tuvo como monarca durante 70 años.
Sin embargo, sus joyas perdurarán, y una de las más importantes es por supuesto, su corona, que tiene una perla mexicana.
Aunque pocos lo saben, la corona de San Eduardo, tiene una joya mexicana y su historia es increíble.
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Así es la historia de la joya de la corona de la reina Isabel
La corona que fue realizada en el siglo XIII tenía restos de San Eduardo, por lo que lleva ese nombre, pero en el siglo XVII fue destruida, así que fue rediseñada por el rey Carlos II.
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La corona que llevaba la reina estaba conformada por un círculo con ocho florones alternados en forma de cruz y flor de lis decorados con joyas, y pesa aproximadamente dos kilos.
Una de las joyas que posee, se llama Great Lemon, y proviene del Mar de Cortés en Baja California Sur, México.
Tiene su nombre debido al tamaño, que parece un limón, y fue extraída en 1883 por los buzos Juan Vacaseque Calderón y Antonio Cervera, que la encontraron cerca de la isla del Espíritu Santo.
La perla fue propiedad del dueño de la empresa que consiguió la perla, Antonio Ruffo Santa Cruz, pero luego se la regaló al rey Eduardo VII, para que la llevara en la corona.
Y fue así como llegó a las manos y cabeza de la reina Isabel, quien estaba encantada con esta hermosa perla, tanto que durante su segundo viaje a México pasó por el lugar en el que hallaron la perla, en 1983.
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Esto representa un orgullo para los mexicanos, y ahora esta corona pasará a ser portada por el nuevo rey, su hijo, Carlos.
