La buena esposa. La buena madre. Esa mujer discreta. Una mujer elegante. La mujer prudente. La mujer de. Y pare usted de contar.
Primera escena, Glenn Close, quien interpreta a Joan Clastleman, está en la cama junto a su marido, Joe Castleman(Jonathan Pryce).
Ambos forman un matrimonio de la tercera edad y se hablan, con dulzura. Él comienza a excitarla sexualmente y suena el teléfono. Joe Castleman es ganador del Nobel de Literatura de 1992.
La pareja emprende un viaje a Estocolmo, donde Joe tiene que recoger el premio.
Poco a poco, vamos viendo a un señor caprichoso, inseguro, acompañado de su diligente mujer, que, con presteza y suavidad, le soluciona todos sus pequeños embrollos.
Joe es tratado como una eminencia frente al esnobismo de la intelectualidad convocada, mientras Joan, sonríe dulcemente, tratando de llamar la atención lo menos posible.
Hasta que aparece un periodista. Un periodista que duda.
Y surgen los flasbacks. Ahí descubrimos como la pareja se conoció, el talento literario de Joan y que Joe no es quien parece ser.
Con una interpretación magristral (digna de Close) que le valió un Globo de Oro a mejor actriz en 2009, que recogió con un emotivo discurso sobre el papel de las mujeres, la película pasó relativamente desapercibida.
La buena esposa (The good wife) ha sido estrenada en Netflix de Argentina en junio y ahora, aparece entre las más populares. Glose está recibiendo ese protagonismo que no se le dio en el filme.
No estamos hablando de una joya cinematográfica, porque podría haberse profundizado muchísimo más, especialmente en Glose, y esquivar ciertos flashbacks para permitirle a ella que siguiese llenando la pantalla.
Jonathan Pryce, hace una interpretación digna, pero se asemeja a la realidad de la película: Glose es la verdadera estrella.
La buena esposa (The good wife) es un reflejo de la sociedad hipócrita, insegura, de la cobardía y sí, por supuesto del machismo, de esconder a un diamante en bruto para que sea el hombre el que se regocije de su talento.
Algo que vemos de forma cotidiana, aunque no sea en esos casos concretos. Mujeres que literalmente visten a sus maridos, hombres que no saben ni cómo reaccionar cuando no está su parienta delante, mujeres silenciosas, que aunque la Historia no las nombre, hacen su propia historia.
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