Todo el que haya sido niño en los noventas y dosmiles sabía que sus tardes eran más felices cuando comenzaba a oír letras como “Vamos a buscar, las Esferas del Dragón”, “El cielo resplandece a mi alrededor” o “ Saint Seiya, Jóvenes Guerreros” a través de canales nacionales como Caracol, e internacionales como Magic Kids, América Televisión, TV Azteca, Locomotion y Canal Cinco.
Letras y música tan épicas como dos de los anime legendarios, obras maestras del género y que marcaron la educación sentimental de millones de jóvenes (hasta hoy) en Latinoamérica. De esta manera, y gracias a la maestría y virtuosismo de la Bogotá Royal Simphony Orchestra, quienes aún aman a Gokú y a Seiya y a sus universos por todo lo que representan, y no solo a nivel nostálgico, pudieron vivir una noche inolvidable recreando sus historias con la música de sus series favoritas.
Esto, en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, en el concierto ‘Saint Seiya vs. Dragon Ball’, donde se narró musicalmente la historia de ambas sagas.
De esta manera, la sinfónica, dirigida por el joven y talentoso Daniel Plazas, con su poderosa producción y su inteligente narrativa, supo combinar de manera grandiosa, con ritmo y de manera inteligente, cada uno de los momentos de ambos animes, que narró de manera cronológica. Su calidad musical complementó las actuaciones de los dos legendarios intérpretes de cada una de las sagas: Mauren Mendo, de Saint Seiya y Adrián Barba, quien si bien interpretó los openings y endings de las sagas televisadas que se transmitieron hasta los dosmiles (la saga de Majin Boo y Dragon Ball GT), también rindió homenaje a Ricardo Silva, quien cantaba el primer opening de Dragon Ball Z en los 90.
Dos épicas distintas: el camino del héroe a través de la narración musical
Por supuesto, el opening de Saint Seiya, con su riff tan poderoso, dio paso a las magistrales interpretaciones de las secuencias de batalla de la saga, y también a esa mística que ninguna producción peplum de Hollywood (ni siquiera Furia de Titanes, que le debe todo a esta historia si se habla de música) ha conseguido recrear a partir de la mitología griega.
De esta forma, con la sublime interpretación de la cantante Diana Paipa, se logró equilibrar entre la enérgica majestuosidad de las batallas de Seiya y compañía en orden cronológico (se sigue toda la historia del anime, desde la saga del Santuario hasta las batallas contra los demás dioses del panteón griego) y la melancolía y belleza profunda de las historias de cada uno de los caballeros.
A su vez, la Bogotá Royal Simphony Orchestra, conocedora del lore, integró inteligentemente la parte musical de la historia como parte de la narrativa. Esto, con la bellísima arpa que interpreta Apolo y también Mime, de la saga de Asgard. A su vez, hubo también un homenaje respetuoso a quien musicalizó un soundtrack tan majestuoso como conmovedor: el compositor Seiji Yokoyama, quien a través del ensamble volvió a vivir en una combinación de momentos etéreos, o de batalla y de las canciones que todos conocen por la voz de Mauren Mendo.
Ahora bien, en el caso de Dragon Ball, Adrián Barba comenzó con el opening de Dragon Ball, y una cantante invitada (que también cantó uno de los endings en japonés de Saint Seiya) cantó la canción del ending que está, según la historia en la voz de Bulma. Posteriormente se recordaron esos momentos tan cultura pop del siglo XX que tenía Dragon Ball (con las referencias claras de todo el lore chino y de artes marciales que integró Akira Toriyama con los variopintos y pintorescos personajes del comienzo de su historia) de manera festiva al narrar las correrías del Gokú pequeño.
Y luego, homenajeando a Ricardo Silva, todo el público, compuesto ya de los Millennials crecidos más que todo, cantó a gritos Chala Head Chala, el opening de Dragon Ball Z.
Esto dio paso a las tiernas secuencias del entrenamiento de Gohan y a su icónica canción del silbido, al narrar su historia con su amigo dinosaurio. Barba, quien tiene claro qué representa Dragon Ball a nivel cultural y simbólico, también tuvo unas palabras para hablar de la paz, la bondad y la resolución del conflicto.
Esto, antes de interpretar el maravilloso opening de la saga de Majin Boo ‘El poder nuestro es’, precedida de la épica de la saga de Freezer y la destrucción de Cell. Y luego, siguió un homenaje poderosísimo con los actores de doblaje en Latinoamérica hacia Akira Toriyama, quien murió el 7 de marzo del año pasado. De lo que significó y significa todavía en la vida de muchos hombres y mujeres que lloraron con su ausencia y le deben aún recuerdos y gratitud por el arco de sus personajes, creados para dar un mensaje de poder, resistencia, resiliencia y transformación.
Este sentimiento se transmitió sobre todo en una de las secuencias más bellas e icónicas de la saga: el sacrificio de Vegeta, quien de genocida pasa a morir por su familia y la Tierra, ante Majin Boo, con uno de los osts que refleja la grandeza de su raza y de su arco redentor.
Posteriormente, Barba cantó ‘Ángeles Fuimos’, el ending de Dragon Ball Z para esa saga y también, una de las canciones más queridas y coreadas por los fans: el opening de Dragon Ball GT, ‘Mi Corazón Encantado’, que resume a la perfección cómo la historia de Akira Toriyama (que para los que no están pendientes, sí, sigue, sí, tiene multiversos como Marvel, sí, tiene What Ifs y se sigue produciendo en manga con el sucesor de Toriyama, Toyotaro) toca el corazón de millones de hombres, mujeres, niños, niñas que ven en sus personajes una forma de mantener la esperanza en su vida y para quienes aún su recuerdo y lo que representan genera plena identificación.
Y no: no es un mero homenaje a la nostalgia, ni un reduccionismo geek: a través de estas canciones se muestra cómo tanto la obra de Toriyama como Saint Seiya son historias universales y legendarias, que son amadas a través del tiempo, que representan las particularidades y sobre todo la resistencia y el empuje mismo de la historia humana. Y sobre todo, ver cómo no pasó el tiempo para todos esos cuarentones y treintones que en los noventa fueron señalados por toda una sociedad por amar ambas obras, que sufrieron lo indecible entre la incomprensión y el señalamiento y que hoy ven cómo son revalidados por la cultura - en este caso la música-. Gokú, como decía el príncipe Vegeta al derrotar a Boo: siempre serás el número uno. Y esta batalla se ganó no entre las dos sagas, sino a través de la música y narrativa extraordinarias.