Chile

Gabriela Wiener: “La gente siempre tiene relaciones paralelas”

Durante la 38° edición de FILSA, la escritora presentó la nueva edición de Llamada Perdida y conversamos acerca de los temas que cruzan su literatura.

Lleva anteojos de marco grueso, su pelo negro suelto, falda a la cintura, botines Dr. Martens y, entre las manos, una chaqueta estilo bomber, también negra, pero que deja ver el interior estampado en tela escocesa de color rojo.

La encuentro en el lobby del hotel donde se hospeda, me guía hasta un sector con dos sillones y una mesita, junto a una ventana que da a una calle del centro de la ciudad. “Estoy aquí, bien escondidita”, dice, y casi no la reconozco porque no es de las que se guardan algo. Todo lo contrario.

Esta tarde de noviembre, Gabriela Wiener (43), escritora y periodista peruana, residente en Madrid, está en Chile para presentar la nueva edición de Llamada perdida (2014), de editorial Estruendomudo, en la 38° Feria Internacional del Libro de Santiago (FILSA). Además de mostrar Qué locura enamorarme yo de ti, una performance que exhibió en Valladolid, Lima y Nueva York, en la que habla de un momento crítico en la relación no monógama que mantiene desde hace unos cuatro años.

Sus primeras crónicas aparecieron en Etiqueta Negra y hoy publica columnas en La República, El País, Eldiario.es, The New York Times; además escribió los libros Sexografías (2008), Nueve Lunas (2010), Llamada perdida y Dicen de mí (2017).

A través de sus textos, Gabi, como le llaman sus conocidos, analiza cuestiones relativas al género, la sexualidad, las relaciones. Utiliza estos tópicos vinculados a “lo íntimo” como un acto revolucionario.

“Cuando eres escritora de no ficción, no es complicado echar mano a vivencias del terreno de lo íntimo”, dice.

La invitamos a comentar los temas que trascienden su obra, para conocer un poco más de su intrépida narrativa que, en sus palabras, “tiene que ver con lo que pasa detrás de las puertas, en las habitaciones de la gente”.

Lo personal para hablar de lo colectivo

Partió con Sexografías, un libro en que representa a individuos que viven su sexualidad de distintas maneras. Luego de publicarlo, comenzó a tratar temas más cercanos de personas queridas.

“Ha sido natural. El poder de la narrativa personal y autobiográfica viene de usar cosas de la vida, que pueden ser cotidianas, miniaturas que todos podemos reconocer y, gracias a la escritura, se llevan a una dimensión compartida”, comenta.

Las preguntas “¿para qué lo cuentas si eso siempre ha estado callado?” o “¿por qué lo haces si tu vida no me interesa?”, abundan en la carrera de Gabriela, pero no la incomodan, sino que sirven como prueba de que está remeciendo algo.

“Hay cosas que se suponía debían quedar en el ámbito privado y, gracias al feminismo, se está revalidando aquello que parecía accesorio o de lo que no se tenía que hablar”, dice.

Gabriela busca poner al centro del debate otras formas de vida que han sido despreciadas, o acalladas. “Siempre se habla de la violencia en las guerras, pero nosotras también hemos estado en guerras en nuestra propias casas”, sentencia.

Para la escritora, se debe desenmascarar lo personal, y por eso cuenta las historias que cuenta. “Tiene que ver con visibilizar el miedo, el maltrato, el acoso callejero, los femicidios. En la intimidad es donde está la violencia”, asegura, y recalca que “hay que sacarlo todo, hay que hablar de las verdades soterradas”.

¿No temes a las represalias de hablar de ti?

Al hablar de una misma se desactivan las amenazas o que alguien te ponga contra las cuerdas, porque yo lo hago primero conmigo. Me pongo contra mí misma, muestro mis contradicciones y vergüenzas.

Entonces, ¿es un arma a tu favor?

Claro. Para hablar de vivencias reales de gente real, de quienes hemos tenido que hablar bajito o escondernos, esconder nuestros deseos, cómo amamos o cómo criamos a nuestros hijos y así romper con la hegemonía, es que aparecemos como diversidad de gente. Hay distintas maneras de vivir.

El amor cobra muchas formas

Gabi vive un trío poliamoroso. Comparte su vida con el periodista y poeta Jaime Rodríguez, y la música Rocío Lanchares Bardají. Junto a ellos, viven los hijos que crían en conjunto: Lena, de doce años, y Amaru de tres. “Se puede amar a más de una persona, podemos amar a mucha gente, hay varios tipos de amor, pero nos han dicho que el amor romántico es de una persona y a esa persona te debes y ya está”, explica.

Para Gabriela, en toda relación monógama hay vicios, como el engaño, la mentira y las infidelidades. “La gente siempre tiene relaciones paralelas, siempre somos tres. Hay uno que está en la sombra, en el clóset o en el chat”.

Cuando apareció otra persona en su vida no quería dejar a su pareja original: “Decidí sumar. Luchamos los tres por tener una relación abierta en nuestra afectividad y, por supuesto, no hay claves, no hay secretos o un manual de autoayuda. Tienes cierta teoría, como la gestión de lo emocional, pero al final te das con la pared. Me he estrellado varias veces. Una cosa es la prédica poliamorosa y otra la práctica”, confiesa.

Según Gabriela, las relaciones no monógamas –como prefiere referirse al poliamor– fracasan tanto como las monógamas, pero no duda de sus puntos favorables. “Se multiplica lo bueno y lo malo y, en nuestro hogar, tenemos una economía compartida, labores y crianza de los hijos. Eso es lo valioso”.

Distintos tipos de madre

Durante el evento de lanzamiento de la re edición de Llamada Perdida, en la Sala Pedro Prado de la Estación Mapocho, mientras Gabriela conversa con la escritora chilena Alejandra Costamagna, un bebé llora. Situación que la escritora peruana comenta con parsimonia: “Me recuerda a mi bebé. Así son mis días en casa, dejen que llore”, y saca risas entre sus seguidores.

En Nueve Lunas, la autora detalla cómo fue que se enteró del embarazo tras el que nació su hija Lena y luego, en Dicen de mí, da cuenta del nacimiento de su bebé con Rocío y describe el vínculo que une a toda su familia. “Mi hija tenía siete años cuando llegó Rocío. Nos acompañó en el proceso y se ha enriquecido muchísimo. En eso está la maternidad de nosotros tres como padres: hacia ella y hacia Amaru. En darles un mundo con distintas posibilidades de ser”.

Y agrega que es bonito cómo lo cuenta Lena y será interesante escuchar a Amaru hablar sobre su familia, ya que sabe que tiene dos madres y un padre. “Pienso que será un peso y, a la vez, que serán revolucionarios de por sí”.

Además de la difusión que realiza por medio de su trabajo, participa de un grupo de madres y padres heterodisidentes, lesbianas, gays, trans y poliamorosos en España, cuyo objetivo es reflexionar, en la radio y generar espacios de debate.

Cambiar la política

El feminismo es algo sobre lo que Gabriela ha escrito mucho y, como ella dice, “está en la casa desde la teta”. Hace unos días, su hijo de tres años corría diciendo “hola, chiques”, porque usa lenguaje inclusivo. “Mi hija mayor, a sus doce años, se identifica como pansexual. Esta generación trae incorporados los temas de identidad, entonces se transforman en una guía para los adultos”, comenta.

Para la autora, la única manera de avanzar en temas de derechos de las mujeres es mediante la organización entre las mismas. “Estamos cansadas de seguir los ritmos de la política tradicional, estar en primera línea de fuego combatiendo, como pasó en Argentina que, después de tanto trabajo, volvieron a bloquearles la ley de aborto”.

En Perú también se han vivido procesos similares. Llevan años exigiendo derechos como el matrimonio gay y la ley de aborto.

“Es así en todos lados, como lo que pasa con Bolsonaro en Brasil. Lo que tenemos que hacer es revolución”.

La escritora no es muy optimista, pero hace un llamado a no desistir y confía en que es hora de un cambio. “Va a tomar mucho tiempo. No te diré que nos vamos a liberar mañana. Nos quieren devolver al redil, pero despertamos, no hay marcha atrás. Las mujeres tenemos saberes ancestrales basados en lo comunitario, podemos organizarnos a nuestros ritmos, asentadas en la realidad y lo pragmático. Hay que feminizar la política y, si no, mandarles a la mierda”, sentencia.

 

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