Chile

Fernanda Urrejola habla sobre Narcos: “Me siento capaz de todo”

Se fue a Estados Unidos, probó suerte en varios castings, se murió de miedo, pero, con su talento como una única arma, llegó a Netflix. Nada la detiene. Hoy prepara nuevos proyectos e incluso está escribiendo sus propios guiones.

Javiera Eyzaguirre Estudio FE

La vi por primera vez en televisión, tenía unos once años. Fernanda Urrejola (37) interpretaba a Matilde, una adolescente de la teleserie 16 (2003). Más tarde vinieron Mujeres de Lujo (2010), Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta (2012) y Bala loca (2016), entre otras producciones. Al año siguiente, partió a Estados Unidos y dejó su zona de confort.

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La tercera o cuarta vez que la vi fue en persona. Apareció tras una cortina de plush en unos jeans negros y una polera blanca, con su pelo castaño ondulado y suelto, lista para una sesión de fotos en un estudio de Ñuñoa. Luce segura de sí, dice que se debe a los años. Pese a que hay días y días, intenta enfocarse en las cosas buenas:

“Hay que mirarse, quererse y entender que no hay que ser esa imagen perfecta que se nos impone ser”.

Es hábil con la cámara. No por nada se convirtió en María Elvira Murillo, esposa de Miguel Ángel Félix Gallardo (Diego Luna), protagonista de la nueva temporada de Narcos en la que el drama de los carteles de droga se traslada al norte de México.

En el primer capítulo la vemos poco después de los diez minutos, escondida en una especie de búnker, junto a los dos hijos que tiene con el personaje de Diego Luna y una escopeta. “Lo más difícil fue hacer un acento que nunca había escuchado en mi vida”, comenta. El tono que tuvo que emular es un tanto cantadito, arrastrando las palabras como si no existiera espacio entre ellas.

Tirarse a la piscina

Fernanda-Urrejola

 

Su llegada a Estados Unidos fue compleja. Primero se fue un mes a Los Ángeles para confirmar que le gustaba la ciudad y, pese a que muchos le dijeron que sería duro, se fue igual. “Empecé a hacer castings muerta de miedo, pero los miedos hay que enfrentarlos o si no la vida se pone fome”, dice.

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Entre todos, llegó a uno de Netflix y después de unos días, supo que había quedado y que partían a grabar pronto, pero Fernanda no lo pensó dos veces.

“Fue una experiencia impresionante desde el principio, porque no tuvimos ni siquiera una reunión de lectura. Dije: ‘Hola. ¿Cómo están?’ y me tiré a la piscina”.

En comparación a las teleseries o películas en que había participado, se trataba de una mega producción y lo que más le sorprendió es que todo funcionaba de manera rápida, pues cada cinco semanas grababan dos episodios. “Iba a México, hacía mis escenitas y me volvía a Los Ángeles. Siempre era un nuevo director y tenía que empezar de cero. Fue parte del desafío”, cuenta.

Con el elenco, hubo una relación fluida; gran parte del equipo era mexicano, entre ellos estaba su pareja ficticia interpretada por Diego Luna, a quien define como un muy buen compañero. “Me encantó trabajar con él. Es amable y súper apañador en la vorágine de sacar las escenas”.

Tras las denuncias de abusos de 2017, Netflix se adhirió a un protocolo en esta materia, lo que es un plus a la hora de trabajar con el gigante audiovisual. “Siempre me sentí cómoda en Chile y lo que he hablado de los abusos es que estábamos acostumbrados a normalizar”, dice. “En Estados Unidos todos están teniendo mucho cuidado; nadie comete un error a estas alturas”, agrega.

Las causas que importan se defienden

Fernanda-Urrejola

A través de Instagram, suele publicar opiniones y no teme decir lo que piensa: defiende el aborto legal, manifiesta apoyo a víctimas de abuso sexual y comparte contenido de la Red de Actrices Chilenas (RACH). Todavía dice sorprenderse de los comentarios que recibe en internet.

“Me han tratado hasta de asesina por hablar del aborto. Es momento de un cambio en la educación sexual”.

Así es como se ha encargado de difundir la necesidad de un cambio de mirada. “La Red de Actrices es maravillosa. Podemos unir fuerzas y apoyar temas que nos importan y, más allá del feminismo, tiene que ver con los derechos humanos”.

¿Por qué te parece relevante hablar temas como los abusos, por ejemplo?

Es algo que nos ha pasado a todas, también a niños y niñas, a los más vulnerables, y se está cayendo un sistema patriarcal que ha mantenido esto por siglos. Es fuerte mirar atrás y ver la lucha de las mujeres desde hace tanto tiempo. Eso es lo que me parece valioso frente a lo que está pasando ahora. Más allá de apuntar con el dedo a los culpables, es poder abrir el tema y establecer nuevos límites.

Fernanda-Urrejola

Congelaste tus óvulos y también defiendes el derecho a abortar. Para alguna gente todavía esto suena contradictorio. Para ti, ¿qué significa?

Congelé mis óvulos y ahora, por fin, estamos hablando del aborto. No tiene nada de contradictorio; es el poder de decisión de la mujer. Los avances de la medicina permiten realizar este tipo de procedimientos y, por el momento que estoy viviendo, todavía no tengo planes de ser mamá. Soy privilegiada, pero me gustaría que todas las mujeres tuvieran esta posibilidad.

¿Cómo es la realidad en Estados Unidos?

Es impactante lo que pasa allá. Pese a todo, se ha despertado el amor en la gente y han entendido que es necesario enfrentar el sistema de una manera diferente. En Los Ángeles se celebra la diversidad, la vida se respeta y las mujeres tenemos voz. Creo que la energía femenina, que es contenedora, es a donde vamos como sociedad, y prefiero enfocarme en que crezca lo luminoso y no lo negativo.

Sin limitaciones

Fernanda-Urrejola

A medida que se expresa, Fernanda deja entrever una sensibilidad especial y comenta que desarrolla este aspecto de su vida en pos de su bienestar. Se considera una persona espiritual y una activista en este sentido, pues es el método que le parece efectivo y que trabaja en su día a día. “Me funciona, y genera cambios. Si estás feliz, se nota, y también trato de mostrarlo en mis redes”.

Es de análisis profundos, le gusta meditar, estar en contacto con la naturaleza, agradecer y disfrutar cada momento. “No es un discurso. Estoy siempre empujándome a la luz, me doy tiempo para mí, caminar a pata pelá, mirar el atardecer. Me enfoco en cosas que me hacen bien”.

Le pregunto si ahora puede analizar cómo fue el proceso de irse a Estados Unidos, pero su espontaneidad llena todo.

“¿En retrospectiva? Como si me estuviera muriendo”, se ríe y añade: “Me siento capaz de todo, tengo ganas y mucha energía”.

Comenta que aprendió mucho de las teleseries, también del teatro, pero quiere explorar otros formatos y aprovechar las plataformas que ha conquistado. Está escribiendo guiones, de hecho, antes de fin de año rodará un cortometraje que trabajó junto a la directora chilena Francisca Alegría.

A la espera del estreno de Narcos, se mantiene activa y no descarta colaborar en Chile. “Por ahora estoy radicada en Estados Unidos, pero no quiero cerrar puertas. Todo lo contrario; quiero seguir abriendo más”.

 

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