Durante diez años la vida de una talentosa estudiante mexicana estuvo al servicio de Keith Raniere, líder de la secta Nxivm. Junto a sus dos hermanas Marianna y Camila, Daniela vivió el horror y la fascinación por Raniere, condenado por una corte federal de Estados Unidos por tráfico sexual, extorsión y cinco delitos más.
Las tres hermanas fueron obligadas a mantener relaciones sexuales con Raniere, quien en una ocasión, intentó hacer un trío con las dos mayores (Marianna y Daniela), pero ambas comenzaron a llorar y desistió.
El testimonio de Daniela reveló el modus operandi de la secta, con base en New York, pero que tenía ramificaciones en México. De hecho, fue en Monterrey donde Daniela supo de Nxivm a través de un grupo llamado La Misión. Allí, según The New York Times, “se enseñaba que Raniere había desarrollado una sofisticada fórmula matemática para predecir que el mundo se acabaría en 15 años”.
Esclavas
En su comparecencia, Daniela contó que a los 16 años rechazó una beca de estudio en Suiza para ir a Estados Unidos a conocer a su ídolo, en 2002. Cuando cumplió los 18 años, fue la primera vez que tuvo sexo con Raniere. Ello cambió su vida dentro de la secta, porque “el sexo significaba acceso cuando se trataba de Keith”.
Los dos años siguientes estuvo muy cerca de Keith, a quien a menudo le practicaba sexo oral. En 2006, con 20 años, se practicó un aborto tras quedar embarazada de Raniere. Fue ese mismo año cuando Daniela descubrió que su hermanita menor de 16 años también era esclava sexual de Raniere.
Ya entonces sabía que Marianna, su hermana mayor, era parte del harem de Nxivm. Vivió en carne propia la perversión de su líder, quien estaba empeñado en tener sexo con ambas al mismo tiempo.
Dos años encerrada
Todo se complicó para Daniela cuando las autoridades de Estados Unidos le negaron el ingreso al país. Entonces Raniere arregló su entrada ilegal por la frontera con Canadá. Daniela afirmó al juez que “estuve cautiva desde ese momento”, pues “a medida que pasaba el tiempo me quedó claro que no podía irme”.
Lo peor llegó cuando le confesó a Keith Raniere que estaba atraída por otro integrante de Nxivm de su edad. Pasó dos años encerrada en una habitación, a la que apenas le llevaban alimento, para así superar lo que Raniere llamaba un exceso de orgullo. Al salir intentó confrontarlo, pero su propio padre y otro miembro de Nxivm la llevaron hasta Laredo, en la frontera con México.