Son las 9:58 am del jueves 14 de junio, cuando el presidente de la Cámara de Diputados de Argentina anuncia que, el proyecto de ley que permite a las mujeres decidir sobre sus cuerpos, tiene la media sanción necesaria para pasar al debate en el Senado. Luego de 12 horas, y cuando faltan dos minutos para las diez de la mañana, las lágrimas y los gritos se mezclaron con los pañuelos verdes y las ojeras de trasnoche. La lucha de más de dos décadas tiene su repercusión mediática más grande e histórica: el aborto libre a un paso de ser ley.
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Entre Santiago y Capital Federal hay sólo 1.130 kilómetros de distancia, pero un mundo de diferencias respecto al tema. Mientras en Argentina tienen una ley básica de aborto en causales específicas desde los años 20, en Chile recién se restableció una ley que fue eliminada en la Constitución del 80 por sugerencia de Jaime Guzmán, promulgada por el cardenal Jorge Medina y amparada por el almirante José Toribio Merino.
“En Chile tiene que ver con la idealización de la mujer madre. La generación de nuestras abuelas no tenía tan arraigada la negatividad del aborto como las que vienen después. Ellas le llamaban el ‘remedio’. Cuando no existía gran alcance de la anticoncepción y había mucho desconocimiento, usaban el aborto como planificación familiar. Era una práctica establecida, un tema común entre las matronas”, cuentan desde la Mesa de Acción por el Aborto, que lleva tres años impulsando el debate en este lado de la cordillera.
Estamos hablando de los años 30 y, como explica Macarena Castañeda, vocera de la Mesa, “efectivamente, cuando se hacía con desconocimiento, generaba muerte, y por eso en esa época el aborto era la principal tasa de defunción de mujeres”.
El momento exacto de la votación.
No podemos parar de llorar.
#AbortoSeraLey. #AbortoLegalYa pic.twitter.com/RSrY4UUEkE— cosecha roja (@cosecharoja) 14 de junio de 2018
Para Karol Cariola, matrona, diputada y una de las declaradas feministas que hoy ocupa lugar en el Congreso, “las condiciones en las que se aborta en ilegalidad no siempre son óptimas, precisamente porque los países, en vez de buscar mecanismos para regular y resguardar, criminalizan y penalizan como si esto fuese un delito en sí mismo”.
“Que el aborto sea ilegal no significa que no se realice. Legislar protege la vida de las mujeres. Nadie te va a obligar a abortar si no quieres, no estamos pasando por encima de nadie, sólo se trata de tener instrucción y educación para poder controlar estos temas de verdad, y que no sea una selva allá afuera donde las adolescentes y jóvenes –que son las que más abortan– sean castigadas por decidir”, dice Alejandra Valle, conductora del programa Intrusos de La Red. La periodista señala a Uruguay como un buen ejemplo donde los abortos no aumentaron tras ser despenalizados. “Los abortos suceden y no nos podemos hacer los tontos”, agrega.
Por su parte, la actriz Mariana Loyola cree que la ley de aborto libre es uno de los primeros derechos que deberíamos tener las mujeres. “No somos envases, no estamos destinadas a ser madres per sé. Somos mujeres, y deberíamos tener la capacidad de decidir cómo, cuándo y con quién queremos tener un hijo”.
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Mujeres pobres sin información que se hacen abortos clandestinos porque ya no pueden costear un hijo. Mujeres ricas que viajan a Mendoza, escondidas de sus familias por el entorno conservador que las apunta, sí deciden realizarse un aborto. Así de transversal es el tema, lleno de alternativas. “La mujer no puede decidir sobre su propio cuerpo. Aquí no hay dos personas, aquí hay una mujer y algo vivo, si quieres ponerlo de alguna manera. Algo vivo que podría ser una planta, las mismas que arrancan para regalar”, explaya la fotógrafa Kena Lorenzini, quien no teme en apuntar al Sename como ejemplo de la hipocresía que envuelve la preocupación por la vida.
“El aborto es un tema súper complejo y personal”, dice la modelo y conductora Vanesa Borghi, y no hay duda de aquello. Mientras ella como cristiana no está de acuerdo y le gusta “que la mujer pueda decidir, pero debe estar regulado”, hay otras que desde el feminismo llegan a la misma conclusión. “Es una situación dolorosa, una que ninguna mujer busca, ni se hace por placer”, dice Cariola. Mariana coincide: “Nadie va a celebrar un aborto, nadie va a ir corriendo a hacérselo si se llega a legalizar. Es un lugar muy complejo”.
La ex RN, Karla Rubilar afirna que “si uno va al fondo del asunto, la educación sexual y los métodos anticonceptivos debieran ser el camino responsable a seguir, y no que la ‘solución’ sea una interrupción”. Bien lo sabe la marea verde de Argentina y las organizaciones chilenas. Hasta el clásico pañuelo verde lo dice: “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”.
¿Qué hacemos, entonces, con el margen de error de los métodos? ¿Por qué nos van castigar por una decisión que tomamos? Castañeda expone que, a lo largo de la historia, las mujeres se dieron cuenta que es más fácil prevenir que abortar, y eso no va a cambiar. “Lo que debería ir cambiando es que toda culpa reproductiva recaiga sobre nosotras”.
La comediante Paloma Salas continúa en esta la línea. “Creo en las grandes reformas, la educación y la salud pública. Creo que tener aborto libre y gratuito redefine nuestra Constitución y se me paran los pelos al pensar en una generación de niños y niñas que crezcan sabiendo que las mujeres son dueñas de sus cuerpos y decisiones. Por Argentina sólo tengo respeto y amor por todo lo que hicieron, y lo único que espero, y quiero, es poder explicarlo acá lo antes posible, desde ir a la Marcha del Orgullo (Gay), hasta acordarnos de Nicole Saavedra. Estar pendientes, estar con los ojos abiertos”.
¿El futuro? “Chile va por la segunda patita. No puede ser el Estado ni la iglesia quienes dominen nuestros cuerpos”, comienza Kena. “No nos podemos tapar los ojos. Acá dimos un paso que no resuelve la totalidad del problema. Tenemos que tener los ojos abiertos, sin vendas, sin hipocresías y con todas las realidades sobre la mesa porque es un problema sanitario que no se puede abordar desde las perspectivas morales”, le sigue Karol, mientras Mariana Loyola exige “aborto libre, accesible, público, de calidad”.