Es que correr en medio de la naturaleza y poner a prueba la mente y el cuerpo con este deporte extremo, es algo que ya ha cautivado a mujeres y hombres que se han sumado al Trail Running, una especialidad que va más allá de correr por las calles por dos horas, como se acostumbran en las maratones de la ciudad
En este caso, es subir y bajar cerros con el contacto directo con los árboles, el viento, la lluvia, la nieve y los animales que viven en este país tan ecléctico.
Su convicción es tan clara que le ha permitido sobrellevar varios obstáculos y momentos difíciles, como en el año 2014 cuando sufrió un grave accidente que terminó en una lesión en la rodilla izquierda y que la mantuvo alejada de los cerros por varios meses.
Sin embargo, su entusiasmo y porfía le permitieron continuar con su gran pasión a tan sólo tres meses del accidente, cuando lo normal son siete.
Esta entereza la desarrolló desde pequeña, cuando jugaba fútbol femenino en sus tiempos libres y en la universidad; el deporte ha sido parte esencial en su vida y le ha aportado momentos felices en el plano de la salud y físico, como en lo social, donde ha forjado varias amistades.
Pero esta pasión se vio interrumpida abruptamente a la edad de 23 años, cuando sufrió una lesión en su otra rodilla, la derecha. Cindy recuerda con nostalgia esos momentos, ya que de un momento doloroso nació su verdadera pasión por el deporte aventura:
Ahí comenzaron las primeros lesiones y operaciones en la rodilla, por lo que tuve que dejar para siempre el fútbol. En un principio me deprimí, pero en Facebook vi a un amigo que publicó que iba a hacer trekking fotográfico y me interesó de inmediato. Yo me acuerdo que lo acompañé y ahí empezó todo, empecé a hacer montañismo y después me fui a Valle Nevado a continuar esto.
Además de conocer el deporte aventura en medio de los hermosos paisajes que ofrece esta especialidad, aprovechó esta oportunidad para adentrarse en el mundo de la fotografía, capturando los recorridos de los deportistas que iban a las excursiones y diversas rutas. Esto también le permitió obtener un ingreso extra como fotógrafa extrema, su otra gran pasión.
Desde ese momento, ella, sus zapatillas, bastones y cámara fueron inseparables.
El día del accidente
Las fiestas para Cindy y sus amigos del trail running son ir a correr a un cerro. El 14 de diciembre de 2014 parecía ser el día perfecto para celebrar los cumpleaños de varios de sus amigos, sumado a que era fin de año y había que celebrar también Navidad y Año Nuevo.
El sitio elegido para festejar era el Cajón del Maipo, en medio de la nada y sin señal de comunicación alguna. Estaban escalando uno de los tantos cerros, cuando Cindy resbaló y, para salvar su cámara que tenía en sus manos y cabeza, se deslizó hasta que su rodilla izquierda chocó con una piedra enorme. En ese mismo instante supo que era algo grave:
Quedé en blanco, me marié, una amiga me acompañó y la adrenalina era tanta que yo todavía podía caminar a pesar del dolor. Después unos amigos se acercaron con el auto, me bajaron como pudieron porque tampoco podíamos pedir ayuda ya que no había señal para llamar a nadie. Ahí partí de urgencia a la clínica.
El accidente le provocó un derrame interno en su rodilla, tenía mucha sangre acumulada en su pierna y estaba muy hinchada. Y lo peor es que la rótula se fracturó en dos. El dolor físico se mezclaba también con sus pensamientos sobre la recuperación y el tiempo que iba a estar inmóvil, sin deporte y sin los cerros.
Pero aún con este adverso panorama, Cindy no se deprimió ya que su familia y sus amigos del trail running fueron parte importante durante los momentos más críticos cuando estaba en la clínica y con la pierna totalmente inmovilizada.
También fue importante su médico quien la atendía desde que jugaba fútbol. La mayoría de los especialistas le habrían dicho a Cindy que no podría hacer más deporte, pero su doctor tenía una visión muy opuesta, lo que también la ayudó en recuperar las esperanzas:
Me dijo que íbamos a hacer una recuperación activa. Al final tuve que hacer reposo absoluto los primeros quince días. Después empecé a caminar de a poco y al mes ya estaba en Futangue con mi papá navegando en un colchón inflable y con mi pierna tiesa.
Su fuerza y convicción fue impresionante lo que también se vio reflejada en su recuperación. Con el pasar de los meses, Cindy continuaba subiendo los cerros, con una bota más pequeña, bastones y su infaltable cámara para fotografiar a su amigos en distintos lugares.
Sin embargo, Cindy atribuye la rápida recuperación no sólo a su condición física, sino a su círculo más cercano, los trail runners:
Tengo que decir que mis amigos fueron muy importantes ya que nunca me dejaron sola, siempre me apoyaron, me invitaban a los circuitos, a ir un fin de semana a un cerro, a sacar fotos y siempre me dieron una palabra de aliento. Es una de las cosas más lindas de este deporte, no hay competividad, hay compañerismo puro donde te ayudan si ves que te caes o sufres un accidente. Debido a mis amigos, puedo decir que ahora estoy recuperada.
Ahora, Cindy está totalmente sana. La última operación de su rodilla consistió en colocar tres tornillos biodegradables que no necesitan otra operación para sacarlos nuevamente, aunque debe hacer ejercicios para recuperar su masa muscular que perdió tras el accidente.
Para esto, Cindy es enemiga de los gimnasios, hace pesas, bicicleta en casa y, por supuesto, acompaña a sus amigos a los cerros para entrenar y seguir sacando fotos.
Su objetivo ahora es prepararse para el UltraFiord en la Patagonia en abril, su primera gran competencia desde que ocurrió el accidente, lo que es un gran desafío mental y físico ya que estas carreras pueden extenderse por más de seis horas, dependiendo del terreno y las condiciones climáticas.
Con dos rodillas accidentadas y varias operaciones que le costaron- literalmente- sangre, sudor y lágrimas, Cindy es más cuidadosa porque sabe las consecuencias de un accidente, más aún si su sueño es dedicarse profesionalmente al trail running:
Con el accidente, puedo decir que soy más cuidadosa y también estoy consciente de que la frase “todo pasa por algo”, es cierta. Me sirvió harto para replantearme muchas cosas y para darme cuenta de la gente que esté conmigo, de mis amigos que siempre estuvieron a mi lado. Es algo impagable que este deporte me ha dado.