La artista ruso-canadiense creó su primera muñeca a los 6 años. Con el tiempo, en base de prueba y error, fue perfeccionando su técnica en las muñecas de porcelana articuladas. Lo que alguna vez fue un juego en su imaginación se convirtió en una pasión, un hermoso medio de expresión que, a su vez, transmite un mensaje fuerte y claro.
Durante su época de estudiante en el Instituto Emily Carr de Arte y Diseño, Bychkova estuvo en contacto con las teorías sociales, psicoanalíticas y feministas. Este acercamiento teórico tiene una fuerte influencia en su trabajo, se percibe en la forma de presentar sus proyectos.
En su obra existe una fusión entre fantasía y realidad. Algunas piezas inspiradas en cuentos de hadas, ofrecen su interpretación del cuento original. En el caso de La princesa y el guisante —la imagen principal de este texto—, la muñeca da a entender que sufre de hemofilia. En su trabajo Necrophilia, rescata la historia de Blancanieves y su príncipe encantador. En su interpretación de La Bella y la Bestia, ella sufre Síndrome de Estocolmo.
Además de este mundo fantástico, están las muñecas que representan problemas sociales. Su pieza Surviving, es un homenaje a todas las mujeres que han padecido cáncer de mama — condición que ella misma tiene miedo de padecer.
La muñeca State Property surge como respuesta al libro At Women’s Expense: State Power and the Politics of Fetal Rights, donde Cynthia R. Daniels hace una revisión conceptual, histórica y política para interpretar las políticas destinadas a regular el embarazo y la protección del feto.
Entre la muestra de la violencia, los trágicos finales de las princesas y la represión social, Marina Bychkova resalta la belleza que existe en la muñeca, en la mujer, en el alma de las mismas. Una obra que, sin duda, nos hace ver estos problemas sociales con otros ojos.