Actualidad

Esa terrible manía de querer rendirse

Esos días en los que estás más segura que nunca de que eres un robot y de que de seguir así tu corazón será de hojalata.

Nuestra vida está sujeta a cambios sin previo aviso y nosotras nunca estaremos preparadas, por más que acudamos a la meditación, al psicoanalista o a nuestro autor favorito. Pero es más difícil el día en el que quieres organizar tu vida para entender esos cambios y todo se te resbala entre los dedos.

PUBLICIDAD

Te ves al espejo y sabes que hay kilos de más, que tu cuerpo no es el mismo. Revisas tu agenda y vas dos días retrasada con un trabajo que debías entregar. Vuelves a revisar tu agenda y te das cuenta de que no has organizado tu vida desde hace mes y medio.

Este año llegó para ponerte de cabeza y aún tienes la confianza de que todo regresará a la calma, sólo debes encontrar la cordura que te queda y que seguramente está escondida en un cajón o en medio de tantos papeles.

Recomendados

Cortázar los llamaba los obsesivos días circulares. Días que se repiten como un loop infinito: te levantas en la mañana, adelantas trabajo, te metes a bañar, desayuno rápido, beso de despedida, trabajas, trabajas, trabajas, hasta mañana, platicar cómo estuvo el día, cenar, trabajar otro rato, beso de buenas noches. Y se repite.

Son esos días en los que estás más segura que nunca de que eres un robot y de que de seguir así tu corazón será de hojalata. Son esos mismos días en los que te das cuenta de que creciste porque no puedes ponerte a llorar, porque el delineador se correrá y todos notarán los vestigios de la guerra que estás viviendo.

De pronto detengo todos esos pensamientos que se acumulan en mi mente y pienso en rendirme: luchar por el sueño cuesta mucho, incluso el mismo sueño. Y reflexiono una y otra vez, por qué tengo esa estúpida manía de querer rendirme una vez al mes, una vez cada seis meses, una vez cada año y muy de vez en cuando una vez en la vida.

Entonces sé cual es la solución, nada de rendirse, mejor me hago una cola de caballo alta, como esas que siempre se hacen los lunes. Me digo a mí misma que debo regresar a mi centro, armar el rompecabezas, desvelarme unos días más, entregar las cosas urgentes y después respirar.

Tengo esa estúpida manía de exigirme demasiado, pero también de luchar por todo lo que quiero y hoy mi sueño sigue vigente, aunque me cueste la miopía, mis horas de sueño y una gastritis tremenda.

Siempre soñé estar en donde estoy hoy y los sueños cuestan, pero es una inversión que siempre valdrá la pena. De los kilos de más, luego hablamos, hoy ya se me hizo tarde para vivir uno de los últimos obsesivos días circulares de este año que afortunadamente no es bisiesto.

Tags


Lo Último