Si bien parece exagerado intentar ser “verde” en una época donde proliferan las envolturas de regalo, las pilas y el plástico, podemos hacer pequeñas acciones para minimizar el impacto ambiental.
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Envolturas: Intenta reciclar envolturas de regalo pasadas. ¿A quién le importa que digan “Felíz día de San Valentín”? El contenido es la finalidad.
Si te quieres ver creativo, envuelve los regalos con periódico o papel de estraza. Recuerda que el papel tarda en degradarse mucho menos tiempo que el plástico.
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Para que no se vean tan simples, ponles un moño con un listón de tela que se pueda deshacer para utilizarlo en otra cosa.
Bolsas: Procura no pedir bolsa en las tiendas donde compres tus regalos, a menos que sean muy necesarias. Hay cosas que ya vienen con empaque.
Cajas: Si los regalos traen cajas de cartón grandes, guárdalas, pueden servirte para otra ocasión. Y si almacenas una cantidad grande, puedes hasta venderlas.
Intenta conseguir regalos sin envoltura o caja y entrégalos en cajas de madera o bolsas de papel biodegradable o tela.
Ya sé que las ilusiones de los niños están primero, pero:
Pilas: Si un niño quiere un carrito, en lugar de uno de pilas explícale que uno de fricción o montable es mejor.
Plástico: Si una niña quiere una casita para muñecas, en lugar de una fabricada con plástico muéstrale una hecha con madera.
La finalidad de esto no es romperles el corazón, sino explicarles porqué no es bueno producir tanta basura.
Recuerda que la educación, ya sea ambiental o social, viene desde casa. Si desde pequeños los niños reciben buena información sobre cómo cuidar el planeta hasta en sus juguetes, van a crecer sabiéndolo y practicándolo.
Hay una frase muy cliché que considero bastante cierta:
No te preocupes por el mundo que le estás dejando a tus hijos, precoúpate por los hijos que le estás dejando al mundo.
En medida de lo posible, procura tener una navidad verde. Felices fiestas.