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El código Hays y el ingenio para eludir la censura en Hollywood: Cómo nacieron grandes obras maestras

Este código, interpuesto por el líder del partido Republicano William Hays, censuraba lo que a él y a su comité les resultaba amoral.

Un tranvía llamado deseo Instagram

Para los amantes del cine clásico, si revisan las películas de los años 20 hasta 1934, pueden percibir una notable diferencia en sus tramas y escenas.

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El sexo, el alcoholismo y las blasfemias, se plasmaban (de una forma muy sutil) hasta que llegó el Código Hays.

Este, fue impuesto por el líder del partido Republicano, William Hays, y prohibía muchas películas (la mayoría independientes, europeas o que violasen el estilo Hollywood) y permaneció vigente hasta 1967.

Era la época del presidente Franklin D. Roosevelt y fue haciéndose más severo hasta la era del senador Joseph Raymond McCarthy, cuando gobernaba Dwight D. Eisenhower y se inició el macartismo  la caza de brujas  más grande de Estados Unidos en la que se perseguía e instigaba a cualquier norteamericano que fuese sospechoso de ser comunista

¿Qué prohibía o moderaba el Código Hays?

Las relaciones adúlteras, debían ser justificadas bajo un aspecto pecaminoso, con una moraleja de lo que no estaba bien.

La violencia, estaba muy estudiada y no se podían filmar escenas de ahorcamiento, brutalidad, y se prohibía la violencia directa contra mujeres y niños.

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Las escenas de pasión, jugaban un papel muy importante.

Los crímenes debían ser cometidos por los villanos, de hecho a partir 1950, se incluye una cláusula en la cual se prohíbe mostrar el asesinato por pena como algo correcto o permisible.

No se debían introducir en la trama a menos que fuese indispensable y los besos eran los «besos de Hollywood», apasionados, entrelazados con una banda sonora clásica, pero en ningún momento podían demostrar lascivia.

Las blasfemias, como «Dios» y «Mierda», estaban vetadas en este catálogo.

En resumen, lo que Hays y luego el senador Mc Carthy propagaron eran personajes puramente maniqueístas donde el bueno era muy bueno y el malo, el más malo.

Obviamente, las escenas de cama ni se contemplaban, el alcoholismo, en caso de representarse, volvía a cumplir la función de adoctrinamiento de lo que no debe hacerse y la vulgaridad y chabacanería eran invisibilizadas.

La homosexualidad, era examinada bajo una lupa y nunca jamás debía hacerse una alusión directa.

Un ejemplo es La gata sobre el tejado de zinc caliente, dirigida por Richard Brooks y protagonizada por Paul Newman y Elizabeth Taylor.

Newman, no se ha recuperado de la muerte de un amigo suyo y claramente se entrevee que tenían una relación.

En un momento en el que Taylor trata de mencionarlo, Newmann se enfurece impidiendo que nombre la palabra, y de esta forma el espectador puede adivinarlo pero no verlo. Ese era el juego.

De ahí, los años dorados d Hollywood, de Ava Gardner, Audrey Hepburn, Jack Lemmon, Marlon Brando, Joan Crawford, filmando películas bajo grandes directores que lograron inteligentemente pasar la censura.

Los grandes cineastas de estas décadas como Billy Wilder, Otto Preminger, William Wyler o Alfred Hitchcock tuvieron que hacer uso de su talento para poder rodar bajo todos estos impedimentos.

Este último, logró un verdadero avance con la película de Psicosis, que comienza con una escena entre Marion Crane(Jane Leight) y su amante, ella en corpiño.

Por supuesto, no se debe olvidar el asesinato en la ducha. El mismo Hitchcock, contó que los censores insistieron en que a Leight se le veía un pecho cuando se derrumbaba sobre la ducha.

Lo más gracioso es que lo que causó más controversia es la presencia de un inodoro,  que nunca antes se había mostrado en la gran pantalla por considerarse de mal gusto.

Las dos escenas de la polémica en Psicosis, la ducha y asesinato de Jane Leight y más aún, el inodoro.

Elia Kazan (quien paradójicamente demandó a sus compañeros comunistas en el Tribunal de Mc Carthy), también logró pasar la censura con la obra maestra de Un tranvía llamado deseo.

El personaje de Brando es Stanley un hombre rudo, primario, maltratador, pero con un magnetismo sexual inigualable, que llama borracho, a gritos a su esposa, Stella(Kim Hunter), quien, sumisa, acude junto a él, que la introduce en brazos en una habitación.

Y eso no es todo.

El calafón final, sucede cuando Brando viola a Vivian Leight (Blanche). La escena, obviamente es puramente intuitiva, pero logró escapar de los códigos moralistas de Hayes.

Cabe citar también Anatomía de un asesinato, de Otto Preminger, donde James Stewart da vida a un abogado de el teniente Frederyck ‘Manny'(Ben Gazzara) acusado de haber matado al hombre que dice que violó a su esposa, Laura (Lee Remick).

En esta película es la primera vez que se menciona y enseñaba la ropa interior de una mujer, bragas, bombachas (panties).

Esto suscitó un gran debate entre los miembros del comité de Hayes, que dudaban en incluir la palabra, al ser considerada malsonante.

Hay  un documental, interesantísimo, llamado El Hollywood Pre code, que hace un recorrido por las películas antes de que irrumpiese el bueno de Hays.

Allí, hasta 1934, se pueden visualizar temas y escenas realmente atrevidas, que fueron impelidas posteriormente durante más de 30 años.

Aún así, por mucho que Hays luchase contra sus propios códigos morales, hubo artistas mucho más inteligentes que sirviéndose de su ingenio, lograron parir las mejores películas de la Historia del Cine estadounidense.

 

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