Hay palabras que pasan desapercibidas y otras que, sin pedir permiso, se instalan en la conversación pública, en los noticieros, en las redes sociales y hasta en las charlas cotidianas. Arancel es una de ellas. En 2025, este término dejó de ser exclusivo de economistas, abogados o expertos en comercio internacional para convertirse en protagonista del debate global. Por esa razón, la Fundación del Español Urgente, FundéuRAE, la eligió como Palabra del Año 2025, un reconocimiento que va más allá del lenguaje y que refleja el pulso de la realidad.
La elección no es casual ni caprichosa. Cada año, FundéuRAE observa cómo las palabras se usan, se repiten y cobran sentido en los medios de comunicación y en la vida diaria. En este contexto, arancel se convirtió en un espejo del mundo: uno donde las decisiones económicas, los acuerdos comerciales y las tensiones entre países marcaron la agenda informativa.
Qué significa “arancel” y por qué todos hablamos de él
En términos sencillos, un arancel es un impuesto o tarifa que un Estado aplica a los bienes que se importan o exportan. Aunque su definición es técnica, sus efectos son muy concretos: puede encarecer productos, proteger industrias nacionales o convertirse en una herramienta de presión política y económica.
Durante 2025, esta palabra apareció de forma constante en titulares relacionados con comercio internacional, disputas económicas, negociaciones entre países y decisiones que impactan directamente en el bolsillo de la gente. Así, arancel dejó de ser una palabra lejana y se volvió cotidiana, cercana y, en muchos casos, polémica.
El lenguaje como reflejo del momento histórico
FundéuRAE no elige palabras al azar. Su selección busca identificar aquellos términos que mejor representan el año vivido, tanto por su frecuencia de uso como por su relevancia social. En 2025, el contexto internacional estuvo marcado por debates económicos intensos, ajustes en políticas comerciales y decisiones que generaron preocupación, expectativa o esperanza en distintos sectores.
Que arancel haya sido elegida como palabra del año confirma que el lenguaje es una fotografía del presente. Las palabras cuentan historias, revelan tensiones y también ayudan a entender por qué ciertos temas nos afectan más que otros.
Una palabra técnica que se volvió cercana
Lo interesante de esta elección es cómo un término aparentemente frío y técnico logró conectar con personas de todas las edades. Jóvenes, adultos y personas mayores escucharon hablar de aranceles en noticias, análisis económicos, programas de opinión e incluso memes en redes sociales. El lenguaje especializado se volvió parte del vocabulario cotidiano.
Este fenómeno demuestra que el idioma está vivo y que se adapta a las circunstancias. Cuando una palabra se repite, se explica y se discute, deja de ser ajena y se convierte en una herramienta para comprender la realidad.
Finalistas que también marcaron el año
Aunque arancel fue la palabra ganadora, no estuvo sola. Otros términos como apagón, boicot, dron, macroincendio, generación Z o trumpismo también reflejaron preocupaciones, tendencias y debates del 2025. Cada uno, desde su ámbito, dio cuenta de los temas que captaron la atención pública.
Sin embargo, arancel logró sintetizar una sensación compartida: la de un mundo interconectado donde las decisiones económicas de unos pocos tienen impacto en millones de personas.
Más que una palabra, una invitación a comprender
La elección de arancel como Palabra del Año no solo reconoce su presencia en los medios, sino que invita a la ciudadanía a informarse, preguntar y entender cómo funcionan las dinámicas económicas que influyen en la vida diaria. Comprender el significado de las palabras también es una forma de ejercer ciudadanía.
FundéuRAE, con esta iniciativa, recuerda que el lenguaje no es neutro: comunica, educa y conecta. Y cuando una palabra logra representar el espíritu de un año, se convierte en una pequeña brújula para entender el tiempo que nos toca vivir.

