Nutrición

Isabel Peña: una líder y guardiana del sabor de las empanadas quiteñas Campo Viejo

Una receta ancestral y tradicional del Valle de Los Chillos se convirtió en el legado de empanadas más querido del Ecuador. Con 20 años en el mercado local, el sabor nacional de Campo Viejo busca conquistar nuevos territorios.

Isabel Peña
Isabel Peña

La mujer de hoy no solo lidera directorios, sino que es la arquitecta de legados y uno de ellos alimentan al país, en sentido literal y figurado. Isabel Peña, Gerente Comercial y de Recursos Humanos de Empanadas Campo Viejo, encarna esta fuerza. En el marco de su aniversario 20, esta marca quiteña celebra una historia de éxito construida con la pasión de una familia y la excelencia de un sabor que se niega a ser olvidado, marcando el pulso de la tradición gastronómica ecuatoriana.

Isabel Peña
Isabel Peña

En el corazón del Valle, y gracias a la receta de Rodrigo Peña, Campo Viejo dejó de ser un simple nombre hace dos décadas para convertirse en un sello de autenticidad. El producto estrella, la empanada, trascendió su popularidad para transformarse en un ícono de la calidad quiteña, en un momento donde las tradiciones culinarias luchan por mantenerse vigentes frente a la rapidez del mundo moderno.

El camino no ha sido solo de harina y queso, sino de visión. Isabel Peña, desde su rol dual en lo comercial y en la gestión humana, entiende que la receta más importante es la que se hornea a fuego lento en el talento y la dedicación. Su liderazgo, apoyado de sus hermanos, combina la calidez de la herencia familiar con la estrategia audaz que exige el mercado actual.

Empanadas de 'Campo Viejo'
Empanadas de 'Campo Viejo'

“Nuestra historia es el corazón de nuestra identidad”, nos confiesa Isabel con la firmeza de quien sabe que el éxito reside en la raíz. “Nuestro producto es la prueba de que lo auténtico, lo que se hace con un respeto profundo por los orígenes, siempre encuentra su camino en el gusto de la gente”.


Sus empanadas son un homenaje diario a esa promesa: una masa crujiente que envuelve un relleno cuidadosamente seleccionado, un bocado que evoca la memoria y el hogar. Este compromiso innegociable con la calidad es lo que ha permitido que el negocio familiar inicial escalara hasta convertirse en una sólida red de franquicias a nivel nacional.

Isabel Peña
Isabel Peña

“Ahora tenemos 14 sucursales y los dos sabores con los que iniciamos después se multiplicaron con las empanadas de verde. Mi abuela decía: tienes que tener la costa en la sierra también y pues nos lanzamos”, cuenta emocionada.

Desde la perspectiva de la gestión, Isabel destaca la esencia de su trabajo. “Para nosotros, la empanada no es solo un producto, es un compromiso diario con la excelencia y el sabor de la verdadera tradición quiteña. Detrás de cada bocado perfecto hay un equipo motivado, porque sabemos que la calidad de nuestro producto es un reflejo directo de la pasión de nuestra gente”, asegura.

Empanadas de 'Campo Viejo'
Empanadas de 'Campo Viejo'

Pero la tradición, para una visionaria como Isabel, nunca es estática. Este legado ha sabido innovar en la distribución, expandiendo su red sin comprometer la esencia de su sabor. Han entendido que la evolución es clave para honrar el pasado, adaptándose a las nuevas plataformas de pedidos y fortaleciendo su presencia digital.

“La innovación no está solo en la receta, sino en nuestro equipo. Ellos son el motor que lleva la tradición quiteña al futuro, asegurando que la experiencia de nuestros clientes sea tan impecable como el primer mordisco”, añade, enfatizando su enfoque en Recursos Humanos como pilar de la expansión.

Empanadas de 'Campo Viejo'
Empanadas de 'Campo Viejo'

Cumplir dos décadas en un mercado tan dinámico como el ecuatoriano es mucho más que un aniversario; es una declaración de resiliencia y un impacto socioeconómico tangible. Campo Viejo no solo vende empanadas, sino que genera empleo y promueve el orgullo por la gastronomía local, nutriendo a la comunidad con más que solo un alimento.

“Cumplir 20 años es la prueba de que cuando el trabajo se hace con pasión y respeto por el legado familiar, los sueños se convierten en un sabor que trasciende generaciones. Es un privilegio y una responsabilidad mantener viva esta tradición para que las nuevas mujeres sigan saboreando su historia”, concluye Isabel, invitándonos a celebrar no solo dos décadas de sabor, sino también el poder transformador de un liderazgo auténtico y con propósito.

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