¿La ducha del sueño reparador? Ciencia respalda la opción nocturna
Un estudio de revisión (metaanálisis) liderado por Shahab Haghayegh y colegas encontró que tomar un baño o ducha tibia entre 1 y 2 horas antes de dormir puede acortar el tiempo que tardas en conciliar el sueño y mejorar la calidad del descanso.
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Concretamente, la investigación revisó decenas de estudios y concluyó que, al dilatar los vasos sanguíneos y movilizar calor hacia la superficie de la piel, el cuerpo puede enfriarse más fácilmente tras el baño, lo que favorece el inicio del sueño.
Esta estrategia térmica armoniza con el ritmo circadiano, es decir que, cuando el cuerpo percibe enfriamiento, tras la fase de calor superficial, envía la señal interna de “hora de dormir”. Entonces, ducharse muy cerca de la hora de acostarse puede tener efectos contraproducentes porque no le das tiempo al cuerpo para enfriarse.
Desde este enfoque, la ducha nocturna no solo te limpia del día, sino que funciona como un ritual fisiológico que ayuda a reducir estrés, relajar músculos y preparar el organismo para el reposo.
Por qué ducharse en la mañana tiene fuerza científica
Pero no todo es una cuestión térmica. En una perspectiva diferente, la microbióloga Primrose Freestone, de la Universidad de Leicester, expone en un artículo para The Conversation que la ducha matinal sirve para eliminar los microbios y residuos acumulados durante la noche.
Durante la madrugada, el cuerpo sigue sudando y liberando células cutáneas. La evidencia sugiere que los microorganismos de la piel, algunos asociados al olor corporal, pueden alimentarse del sudor, aceites o células muertas, y adherirse a la piel o a las sábanas. Según Freestone, ducharse por la mañana ayuda a eliminar esos residuos microbianos y comenzar el día más limpio.
Ella advierte que la eficacia de la ducha nocturna puede inclinarse si no lavas tus sábanas frecuentemente, porque los microbios presentes en la ropa de cama pueden volver a transferirse al cuerpo durante la noche, contrarrestando el efecto limpiador. En su opinión, “como microbióloga, soy partidaria de la ducha diurna (matutina)”.
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¿Entonces qué hora es “mejor”? Depende de tu objetivo
Ambos enfoques tienen validez, aunque apuntan a beneficios distintos. Si tu prioridad es optimizar el sueño, la evidencia del metaanálisis de Haghayegh indica que la ducha nocturna bien programada, entre 1 y 2 horas antes de dormir, con agua tibia, puede marcar la diferencia.
Si tu preocupación es higiénica, microbiana o relacionada con olor corporal, la posición de Freestone sugiere que la ducha matinal ayuda a eliminar residuos acumulados durante la noche.
Por su lado, expertos en dermatología también recuerdan que no basta con el momento, ya que hay que considerar la temperatura del agua, el tipo de jabón y la duración de la ducha, factores que influyen mucho en la salud de la piel.
Un consejo para tu rutina diaria
No hay un “mejor momento” universal para ducharse, pero sí algunas recomendaciones que pueden ayudarte:
- Si eliges la ducha nocturna, trata de hacerlo 1 a 2 horas antes de dormir, no justo antes de acostarte.
- Usa agua templada, no demasiado caliente, y limita el tiempo a 5–10 minutos para cuidar la piel.
- Si optas por la ducha matinal, aprovecha para despejarte del sueño y eliminar microbios nocturnos.
- Independientemente del momento que elijas, lava tus sábanas y fundas de almohada al menos una vez a la semana, especialmente si sudas mucho o tienes alergias.
- Sé consistente: tener una rutina fija también ayuda a que tu cuerpo se acostumbre mejor al descanso o al despertar.