La caída del cabello durante el cáncer no es solo un efecto físico, para muchas mujeres significa un golpe emocional profundo, que afecta autoestima, relaciones y salud mental. Sin embargo, también se trata de una parte del camino, una etapa que se tiene que enfrentar para darle paso a la resiliencia y a la fuerza interior.
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Un cambio que va más allá de lo físico
La quimioterapia, uno de los tratamientos más comunes contra el cáncer, suele tener como efecto secundario la alopecia inducida, es decir, la pérdida parcial o total del cabello.
Para la mayoría de mujeres, esto ocurre entre la segunda y tercera semana de tratamiento y puede extenderse a cejas y pestañas, e incluso otras partes del cuerpo. Aunque el cabello generalmente vuelve a crecer al terminar el tratamiento, no siempre lo hace con la misma fuerza o textura.
Ahora bien, el impacto de la caída del cabello va mucho más allá de la estética. Específicamente en el caso de las mujeres, el cabello es símbolo de feminidad, identidad y autoestima, y cuando desaparece, puede dar paso a sentimientos de vergüenza, aislamiento y depresión.

Es valido no sentirse bien todo el tiempo
La activista y sobreviviente Poly Ugarte recuerda cómo el cáncer le cambió la vida. Aunque su tratamiento no le provocó una pérdida total del cabello, sufrió su debilitamiento y la imposibilidad de que creciera normalmente.
“Durante cuatro años usé extensiones. Más que el cabello, lo que me marcó fue perder un seno, pero claro que la autoestima baja. Es normal que al principio reniegues hasta de Dios, que te preguntes: ¿por qué yo? Pero con el tiempo entendí que el cáncer es una guerra que se gana batalla a batalla”.
Su experiencia la llevó a fundar la organización que lleva su nombre y a recorrer el país educando en prevención del cáncer de mama. En sus charlas repite una frase que aprendió en carne propia: “Una mujer con educación y salud, es libre. Y si además toma decisiones, es invencible”.
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El cabello, espejo del alma femenina
Para María Luisa Zúñiga, sobreviviente del cáncer de mama, la caída del cabello fue uno de los momentos más dolorosos de su tratamiento. “A los 15 días de la primera quimioterapia se me cayó todo: cabello, cejas y pestañas”. En estos casos, aunque te prepares, es difícil estar lista para verte como nunca antes lo había hecho.
“Yo nunca salí de mi casa sin un turbante o un gorro. Aunque me decían que me veía bien, para mí no era lo mismo”, comenta María Luisa, quien confiesa que el cabello para una mujer es muy importante y aunque la pérdida de su cabello fue difícil, lo que le generó más incomodidad fue la pérdida de cejas y pestañas. Lo cierto es que estas características son símbolo de identidad, feminidad y por supuesto, atractivo.

Así, la pérdida inevitablemente impactó en su autoestima. “No todo el tiempo una está deprimida, pero sí hay momentos en que quieres arreglarte y nada te queda bien. Me decían que usara peluca, pero nunca me gustó. Preferí los turbantes de colores, que se volvieron parte de mi estilo”.
Afortunadamente, hoy, después del tratamiento, su cabello creció nuevamente, María Luisa comenta que nació incluso más fuerte y con una nueva textura, ya que ahora es rizado,
El peso emocional de lo invisible
Los especialistas en psicooncología confirman que la alopecia por cáncer genera una carga emocional profunda. Según la “American Cancer Society”, muchas pacientes sienten que pierden parte de su identidad y algunas llegan incluso a rechazar la quimioterapia por temor a quedarse sin cabello.
Si bien es cierto que la mayoría de personas terminan por aceptar el tratamiento, la idea de no continuar con el por temor a perder el cabello nos hace ver cuán trascendental resulta este efecto secundario durante los tratamientos, así mismo es una razón para prestar más atención y abordar el tema con la seriedad que merece.

La imagen social también juega un papel importante, lo que significa que la mirada de los demás puede convertirse en un recordatorio constante de la enfermedad. Por eso, el acompañamiento psicológico, el apoyo familiar y el acceso a recursos como pelucas, turbantes y prótesis mamarias son fundamentales para que las mujeres puedan sobrellevar el proceso con dignidad y esperanza.
¿Cómo acompañar a una mujer que enfrenta la caída del cabello por cáncer?
Acompañar requiere más empatía que soluciones rápidas. Frases como “no es para tanto” o “igual te ves bien” pueden minimizar su dolor, aunque vengan con buena intención. En lugar de eso, es más valioso ofrecer tu presencia y apoyo práctico, opta por pregúntale si desea ayuda para elegir turbantes o pelucas, acompáñala a sus sesiones de quimioterapia o simplemente quédate a su lado en los días difíciles.
Escuchar sin juzgar, sin interrumpir ni tratar de “arreglar” su tristeza, es una forma de amor profundo. Es verdad que el cabello vuelve a crecer, así que, lo que realmente permanece es el recuerdo de quién estuvo allí cuando más se necesitaba.

Resiliencia, redes de apoyo y nuevos comienzos
A pesar del dolor, tanto Poly como María Luisa coinciden en que la pérdida del cabello es un obstáculo que se puede superar. Poly encontró en su fundación una manera de transformar su experiencia en servicio a otras mujeres; María Luisa halló fuerza en la fe, su familia y la solidaridad de otras pacientes.
Ambas testimonian que el cáncer enseña a mirar más allá del espejo: el valor de la vida, el amor de las personas más cercanas y la capacidad de reinventarse. El cabello vuelve, pero lo más importante es que también vuelve la certeza de que, incluso en medio de la vulnerabilidad, cada mujer puede reconstruirse y salir fortalecida.

Entonces, el cabello puede caerse, pero nunca la esencia de una mujer. Esa es la verdadera lección que dejan estas historias: que la belleza no está solo en lo que vemos, sino en la fuerza que emerge cuando la vida nos pone a prueba.