Durante el embarazo, toda la atención suele centrarse en la futura madre: sus cambios físicos, emocionales, sus antojos, su cansancio… Pero ¿y si te dijéramos que algunos papás también atraviesan síntomas similares, aunque ellos no estén gestando al bebé? No es una exageración ni una historia de ficción; es real, se llama síndrome de la covada y cada vez se estudia más.
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Este fenómeno, tan curioso como conmovedor, se presenta cuando el futuro padre experimenta síntomas físicos y emocionales parecidos a los del embarazo.
Sí, como lo lees: náuseas matutinas, antojos repentinos, fatiga inexplicable, cambios de humor, dolores abdominales, aumento de peso e incluso insomnio. Aunque no hay un bebé creciendo en su vientre, su cuerpo y mente parecen sincronizarse con el de su pareja gestante.

Un cuerpo que acompaña desde el amor
Es como si el lazo emocional que une a ambos se hiciera tan fuerte que el cuerpo del papá empezara a responder también al embarazo. Pero, ¿por qué ocurre este fenómeno? La ciencia ha ofrecido varias explicaciones posibles, una de las principales razones es la empatía profunda.
Algunos hombres desarrollan una conexión tan intensa con la futura madre y el proceso de gestación, que llegan a experimentar el embarazo como una vivencia compartida. Su cuerpo responde al vínculo emocional de forma física, como una manifestación del compromiso con su pareja y con el bebé que está por llegar.

El estrés también juega un papel clave. Convertirse en padre es una experiencia transformadora que, aunque llena de ilusión, también genera incertidumbre, preocupación y ansiedad. Este cúmulo de emociones puede desencadenar síntomas físicos reales, como dolores musculares, insomnio o alteraciones digestivas.
Para muchos hombres, el embarazo de su pareja marca el inicio de una nueva responsabilidad y puede activar una respuesta psicosomática, especialmente en los casos donde el hombre se involucra de forma activa y emocionalmente comprometida con el proceso.
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No es enfermedad: es empatía
Es importante destacar que el síndrome de la covada no es una enfermedad ni un trastorno psicológico, sino una respuesta emocional y física natural que demuestra la implicación afectiva del padre durante el embarazo.
De hecho, en muchas culturas se ve como un ritual de transición hacia la paternidad, un camino simbólico donde el cuerpo del hombre también se prepara, a su manera, para recibir al nuevo ser.

Sentir el embarazo desde el corazón
Así que, si conoces a un papá que de pronto empieza a tener antojos de helado a las tres de la mañana, que duerme mal o que siente mariposas en el estómago cuando escucha el latido del bebé en una ecografía, tal vez no esté “exagerando”.
Quizás esté viviendo su propio embarazo, desde el amor, la empatía y la conexión más pura. Porque cuando se espera un hijo, a veces el corazón también se manifiesta a través del cuerpo —y el de papá no es la excepción.