En un entorno saturado por las redes sociales y la urgencia de estar permanentemente conectados, surge una tendencia que promueve el bienestar y la reducción del estrés: el JOMO.
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Según Vanidades, el nombre de JOMO, acrónimo en inglés de Joy of Missing Out, que podría traducirse como “la alegría de perderse algo”, que surge como contraposición al popular FOMO, acrónimo de Fear of Missing Out o “miedo a perderse algo”.

El FOMO está ampliamente normalizado en esta generación, el cual es una sensación de ansiedad que se desata al ver publicaciones en redes sociales sobre eventos, viajes o logros de otros. Estudios publicados en Computers in Human Behavior han establecido una conexión directa entre el FOMO y niveles elevados de estrés, insatisfacción personal e incluso problemas de salud mental, como la depresión.
¿Por qué es bueno el JOMO?
El JOMO propone abrazar la serenidad que conlleva desconectarse digitalmente y enfocarse en vivir plenamente el momento presente, liberándonos de la constante preocupación por lo que otros puedan estar experimentando o compartiendo en línea.
La adopción del JOMO no solo implica desconectarse tecnológicamente, sino también transformar nuestra mentalidad. Expertos en psicología y bienestar afirman que aprender a hallar la felicidad en las cosas simples y en el aquí y ahora puede tener un impacto positivo en nuestra salud emocional.

De esta manera, el JOMO nos brinda la oportunidad de reconectar con lo verdaderamente importante en nuestras vidas y al mismo tiempo reducir la sobrecarga de información y expectativas externas que suelen generarnos ansiedad.
¿Cómo podemos incorporar el JOMO a nuestro día a día?
1. Establecer límites con la tecnología: Es fundamental dedicar momentos del día sin redes sociales para reconectar con nosotros mismos, disfrutar de la calma y la serenidad que brinda la desconexión digital.
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2. Practicar la gratitud: Reconocer y valorar las pequeñas cosas que nos traen felicidad en el presente es una poderosa herramienta para fomentar el bienestar emocional.
3. Planificar actividades sin presiones externas: Leer un libro, dar un paseo al aire libre, cocinar una nueva receta o simplemente disfrutar de un momento de tranquilidad.