Vivimos en una sociedad donde la imagen corporal parece ser uno de los aspectos más determinantes de nuestra identidad. Desde pequeñas, las mujeres somos constantemente bombardeadas con estándares de belleza que, muchas veces, no se corresponden con la realidad de nuestros cuerpos. Esta presión por cumplir con ciertos cánones nos lleva, en ocasiones, a sentirnos inseguras y a luchar contra nuestras propias imperfecciones, olvidando que el verdadero amor propio comienza cuando aprendemos a aceptarnos tal y como somos.
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El evento Hermanair, organizado por Nair, fue una experiencia que invitó a las mujeres a reflexionar sobre su relación con su cuerpo, a cuestionar sus inseguridades y a explorar el poder de la sororidad como herramienta para transformar nuestras vulnerabilidades en fortalezas. En un espacio lleno de empatía, las participantes tuvieron la oportunidad de identificar sus miedos y autocríticas, y, al mismo tiempo, descubrir cómo apoyarse mutuamente para construir una relación más saludable con su imagen corporal. Como destacó la psicóloga experta que guió el evento, “hay que dejar de romantizar este tema de amor propio y empezar a verlo como una responsabilidad de nosotras mismas”.
El amor propio no es un concepto abstracto ni un simple objetivo a alcanzar. Es un proceso continuo que implica reconocer nuestras inseguridades y aprender a tratarnos con la misma compasión con la que tratamos a los demás. “¿Cómo nos hablamos a nosotras? ¿Esa manera en la que me juzgo, me exijo, también se lo haría a la persona que amo?”, cuestionaba la psicóloga durante el evento. Este tipo de reflexión nos invita a pensar en cómo nuestras palabras y actitudes hacia nuestro cuerpo pueden impactar profundamente en nuestra autoestima.

Un tema que se abordó dentro de este espacio de reflexión fue el cuidado personal, específicamente la depilación y la epilación, dos métodos que muchas mujeres utilizamos para gestionar el vello corporal y que, a menudo, nos generan frustraciones debido a las expectativas sociales sobre la “belleza perfecta”. La depilación, por ejemplo, corta el vello visible sin arrancarlo de raíz. Es un proceso rápido e indoloro que retrasa el crecimiento del vello durante unos días. Aunque es una opción atractiva por su comodidad, no siempre satisface a quienes buscan resultados más duraderos. Según datos recientes, el 85% de las mujeres sienten frustración con el rasurado, ya que puede causar irritaciones en la piel y el vello crece rápidamente, lo que obliga a repetir el proceso con frecuencia. Esto representa un gasto de tiempo y energía que, a la larga, termina siendo insostenible.

Por otro lado, la epilación, que arranca el vello desde la raíz, ofrece resultados más duraderos y rápidos. Aunque el proceso puede ser más doloroso que la depilación, muchas mujeres prefieren este método por sus beneficios a largo plazo. Sin embargo, las opciones profesionales en depilación y epilación suelen ser costosas y, en ocasiones, dolorosas, lo que hace que muchas busquen alternativas más accesibles y menos invasivas.
Estas prácticas de depilación o epilación no solo están relacionadas con la estética, sino con cómo nos relacionamos con nuestro cuerpo. A menudo, las expectativas sociales sobre el vello corporal nos presionan a seguir ciertos estándares, olvidando que el verdadero propósito de estos métodos es sentirnos cómodas con nosotras mismas. En este contexto, los datos revelan una verdad preocupante: el 84% de las mujeres no están conformes con su cuerpo, y solo un 30% se sienten cómodas con su piel. Este desajuste entre lo que somos y lo que creemos que deberíamos ser refleja una desconexión con nuestro propio ser, que solo puede resolverse a través de la autoaceptación y el amor propio.
Es fundamental aprender a no juzgar nuestro cuerpo con tanta dureza. Tal como lo mencionó la psicóloga en Hermanair: “Hay que pensar en qué hemos estado siendo demasiado duras con nosotras y en qué nos hace falta vernos como veríamos a los demás”. Esta reflexión nos invita a cuestionar las críticas internas que nos hacemos constantemente, a dejar de vernos con ojos de perfección y a comenzar a valorar nuestras imperfecciones como parte de nuestra autenticidad.
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En última instancia, lo importante es que todas nos sintamos libres de elegir lo que mejor nos haga sentir, sin presiones externas. Cada mujer tiene el derecho de decidir cómo cuidar su cuerpo, qué métodos de depilación o epilación elegir, o si decide no hacerlo en absoluto. Lo esencial es que aprendamos a amarnos y a aceptarnos tal y como somos, porque ese es el primer paso para vivir una vida plena y auténtica.
El camino hacia el amor propio es largo, pero no estamos solas. Como comunidad, podemos apoyarnos mutuamente, compartir nuestras experiencias y aprender a ser más amables con nosotras mismas. Porque cuando nos amamos de verdad, no hay inseguridad que no podamos superar.