Se supone que la Navidad es la época más maravillosa del año. Es el momento en el que disfrutamos de las decoraciones, recibimos muchos regalos, comemos delicioso y convivimos con nuestros seres queridos. Pero para muchos, latemporada festiva está llena de conflictos y dolor.
Desde niños se nos ha enseñado a convivir con quienes tienen nuestra misma sangre, aún cuando sólo sea una vez al año. Crecimos pensando que la familia lo es todo lo que hace que nos sintamos culpables cuando nos provocan malestar.
Encima de todo, las redes sociales también juegan un papel importante en estas fechas. Cada vez que te desplazas por Instagram o Facebook, verás una foto tras otra de familias sonrientes, una mesa perfectamente puesta y todos jugando juegos de mesa o repatiendo regalos.
Es entonces cuando te cuestionas si sólo tú estás enojada con la temporada o si sólo tú tienes pesadillas con sentarte en la mesa junto a ciertos familiares.
Hay muchas expectativas alrededor de estos días que terminas creyendo que la que está mal eres tú. Pero no es así.
La realidad es esta: nada de lo que ves en redes sociales es completamente cierto, ni tampoco lo que pasa en las películas ni libros de navidad románticos. Tampoco tienes que seguir con las tradiciones si no te sientes con ánimo de hacerlo. Está permitido romper con todo aquello que te hace daño y cortar lazos con esas personas tóxicas, aún cuando compartes sangre con ellas.
El compartir sangre no hace que la convivencia sea automáticamente fácil ni tampoco que se entiendan unos a otros. Lo cierto es que sin importar qué, no debes permitir que nadie, ni siquiera tu familia atente contra tu salud emocional.
Nadie tiene por qué hacerte sentir mal sobre lo que eres o sobre lo que haces con tu vida. Nadie tiene por qué juzgarte con el fin de tomar control sobre ti. El que sea tu familia no significa que debas cumplir con sus expectativas.
Quizá no es tan fácil alejarte o decidir tomar otro camino pero puedes empezar con lo básico: cuidando de ti.
En lugar de simplemente pasar el tiempo con gente que te drena energía, date unos días para ti. Haz cualquier actividad que no tenga que ver con tu familia ni con la temporada y que sea enriquecedora. Enfócate en aquello que te haga sentir en paz aunque también asegúrate de contar con una red de apoyo que te escuche si necesitas hablar.
Pon tus límites. No les des el poder de hacerte menos ni tampoco de someterte a lo que ellos consideran que debes ser. El poder personal es todo lo que tiene que ver con lo que tú crees y nada que ver con lo que ellos piensan. Deja de creer que tienes que complacer a todos porque no les darás gusto y siempre habrá algo que critiquen.
Desarrolla “límites internos”. Si no puedes evitar esas reuniones o cenas incómodas, significa que tendrás que desarrollar estrategias inernas que te permitan dejar ir el dolor, para que la toxicidad no entre. Por ejemplo, piensa en algunas afirmaciones positivas que repitas cada vez que te sientas sobrepasada como “soy lo suficientemente buena como soy”. Parece poco pero recordar lo fuerte y genial que eres tiene un gran poder.
Limita el tiempo de convivencia con personas tóxicas. A veces no se trata de cortar por completo sino de establecer cuánto tiempo estás dispuesta a estar con esas personas. Puedes hacer que la visita sea breve o limitar el tiempo de conversación. No es necesario que te quedes durante todo el evento ni tampoco que interactúes todo el tiempo. Eszto también incluye el limitar cuando no quieres hablar de cierto tema.