Desde que la mujer conoce que está embarazada y siente los primeros movimientos de su bebé, imagina cómo será la personalidad de ese pequeño: si son tranquilos o movidos, cómo reaccionan dentro del vientre a los cambios, a la luz, al silencio, a la voz.
Esos elementos permiten que los padres se hagan una referencia del temperamento de su hijo. Pero la ciencia avanza vertiginosamente y ahora se puede saber por el predominio de agentes bioquímicos la personalidad del bebé.
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La revista Science Illustrated, publicó un estudio que concluye que a través de la ciencia es posible saber cómo será la personalidad del bebé.
Explica que la personalidad comienza a definirse en el cerebro del bebé antes de nacer gracias a cuatro agentes bioquímicos que son la dopamina, serotonina, testosterona y estrógenos, reseñó Infobae.
“Compiten para influir en cómo se establecen los caminos nerviosos entre los diferentes centros del cerebro, y así es como la personalidad del bebé es formada”.
Cómo actúa cada agente
El estudio indica que la dopamina y la serotonina contribuyen a determinar los caminos de las señales nerviosas hacia el cerebro.
Dependiendo de cuál sea el dominante, la personalidad del bebé podría ser curiosa y energética o precavida y responsable.
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Mientras que las testosterona y estrógenos, responsables del sexo, también influencian el tamaño del centro del cerebro.
Cuando la testosterona es dominante parece haber una contribución al temperamento analítico y franco.
Si el estrógeno domina, la personalidad será atenta y compasiva.
Estos bioquímicos que definen el sexo, tanto niñas y niños tienen ambos agentes en diferentes porcentajes dentro de su anatomía.
No todo son agentes bioquímicos
Sin embargo no todo se debe a los bioquímicos naturales del cuerpo humano, pues otros investigadores señalan que también influye el entorno en el que el menor crece y la educación.
Un estudio de neurocientíficos, publicado por el National Institutes of Health (NIH), señala que se puede predecir qué niños tendrán una personalidad introvertida o depresiva al observar su comportamiento.
Precisan que si el menor es cauteloso, temeroso y evita las situaciones desconocidas u objetos, tienen mayor riesgo de desarrollar desórdenes sociales y trastornos de ansiedad que los niños sin inhibición del comportamiento Behavioral inhibition (BI).
“Este estudio destaca la naturaleza perdurable del temperamento temprano en los resultados de los adultos y sugiere que los marcadores neurofisiológicos como la negatividad relacionada con el error, pueden ayudar a identificar a las personas con mayor riesgo de desarrollar psicopatología internalizante en la edad adulta”.
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Concluyen que, además de los químicos naturales del cerebro, hay aspectos de la educación, como la asociación que el menor pueda hacer respecto al error o participación con otros individuos para determinar su personalidad.