En la actualidad, el número de mujeres que no desean ser mamás ha aumentado, lo que hace evidente que cada vez más personas del sexo femenino deciden romper el mandato de la maternidad como proyecto único de vida.
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“Cuando las mujeres ven un horizonte claro hacia dónde pueden avanzar y desarrollarse, postergan la maternidad y tienen menos hijos. Es así de simple”, concuerdan varias mujeres.
¿Qué dicen las cifras?
Desde los años sesenta la tasa de nacimientos en Ecuador viene decreciendo de a poco, en 1960 estaba alrededor del 40 por ciento; en 1990, en 30 por ciento; en 2016 en 17 por ciento, y según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, INEC, en un 15 por ciento en 2020.
El decrecimiento, en los últimos 20 años ha sido casi permanente y desde el 2009, permanente. En 1960, las mujeres tenían en promedio entre seis y siete hijos, mientras que en 2010 tenían entre dos y tres hijos.
Ahora, en 2020, se estima en dos hijos como promedio. La psicóloga clínica Sonia Rodríguez, presidenta del Centro para la Promoción y Acción de la Mujer, CEPAM y docente de la Universidad Católica de Guayaquil, señala que hasta hace unos años, culturalmente la maternidad definía la femineidad.
Algunos factores
Las mujeres actualmente son más exigentes muchas se cuestionan, “en qué condiciones”, “la pandemia y que pasará en un futuro”, “mis sueños y los de mi pareja”. Además que con la pandemia muchas mujeres decidieron no traer más niños al mundo por todo el impacto que dejó el confinamiento. Altas tasas de suicidio, depresión y demás.
No obstante, también hay mujeres que toman esta determinación desde su propia historia y el deseo de no ser madres, en algunos casos porque no quieren repetir la vida de aquellas que les antecedieron como abuelas o madres, porque no les atrae el hecho de dedicar su vida al cuidado y la crianza de un hijo o porque dan prioridad a su desarrollo personal y profesional.
Hay que percibir que las necesidades de un niño ya no son solamente económicas si no también afectivas y psicológicas. Los posibles traumas de la infancia sería un fiel reflejo de lo que ya muchas personas no desean y finalmente toman la decisión de no tener hijos.