El brote de COVID-19 ha puesto al mundo de cabeza. El 2020 no ha sido el mejor año y con las restricciones durante las fiestas navideñas, las cosas no han sido más fáciles.
Estamos encerrados en casa, lejos de nuestra familia y amigos, sin fiestas ni abrazos. Y mientras que aún queda mucha incertidumbre sobre lo que sucederá en el nuevo año, resulta inevitable pasar por sensaciones de ansiedad y miedo.
Dicen que «después de la tempestad viene la calma» y aunque suene como un cliché, es una frase muy cierta que nos ayuda a afrontar los tiempos de crisis.
Quizá en estos momentos lo último en lo que piensas es en ver el lado positivo, en pensar que «todo estará mejor» y es entendible. Todos pasamos por situaciones muy difíciles este año, desde la pérdida de un ser querido hasta de un trabajo o de la propia libertad.
Pero no podemos quedarnos por siempre en esa oscuridad. Eventualmente las cosas se acomodaron y recuperaremos el aliento.
Hay una acción muy importante que debemos poner en marcha: la gratitud.
Es momento de abrir tu mente y pensar en todo aquello de lo que te alejaste este año y que de una u otra forma dio paso a algo mejor.
Si algo nos enseñó la pandemia fue a detectar a quienes están con nosotros en las buenas y las malas, pero sobretodo en las peores.
Muchas personas que estaban en tu vida se alejaron y quienes realmente valen la pena, se quedaron en ella.
Agradece a todas las personas que te enseñaron que la vida se trata de vivir el momento, no importa lo pequeño que sea. Disfruta todo lo que te suma, lo que te da esas pequeñas dosis de tranquilidad y de felicidad.
Agradece a todas esas personas que te enseñaron que la vida es demasiado corta como perder tiempo en relaciones y amistades tóxicas. Quizá fue bueno mientras duró, pero gracias a que se fueron, recordaste que vales mucho más que eso. No mereces que te minimicen con palabras hirientes, ni con comparaciones o poniéndote como «segunda opción».
El 2020 ha sido sobre tener los pies en la tierra, aceptar el cambio y seguir hacia adelante.
A menudo pensamos que perder cosas es algo malo. Nos aferramos a aquello que creemos necesitamos para estar completos cuando en realidad, tenerlas es una forma de estancarnos y permanecer. Pero nada en esta vida es para siempre e inevitablemente terminaremos perdiendo tantas cosas en el camino: nuestros trabajos, relaciones, amistades e incluso nuestro control sobre las situaciones.
La gratitud es poderosa; te vuelve inquebrantable. Es parte del proceso de sanación.
Siempre vas a perder gente, oportunidades, trabajos y amor; incluso puedes perderte a ti misma. Pero por cada pérdida, siempre llega una esperanza.
Agradece las cicatrices que has obtenido en el camino y los monstruos que has conquistado. Porque eso demuestra cuán resistente eres sin importar lo favorable o desfavorable sea la situación en la que te encuentres.
Agradece que estés aquí en este mundo. Tu propia existencia es mucho por lo que estar agradecida, porque lo creas o no, importas.
Ser agradecida no significa que tengas que olvidar el mal que te hicieron o cuánto te duele una situación pero te da un poco de luz en medio de la oscuridad. Ten la certeza de que todo lo que se va de tu vida, abre camino para lo que en verdad mereces.
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