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Cuando alguien se apoya tanto en ti que comienzas a perderte

A veces solemos dar todo por las personas que amamos, y nos olvidamos de nuestro propio bienestar. Ayudar en exceso también trae consecuencias.

A veces solemos dar todo por las personas que amamos, y nos olvidamos de nuestro propio bienestar. Cuando vemos mal a alguien corremos a limpiar sus lágrimas y a sostener su mano sin dudarlo siquiera.

No hay mal en querer ayudar a otros, más cuando tenemos cómo hacerlo. Sin embargo, cuando en todo momento queremos salvar a una persona, o siempre solucionamos sus problemas comenzamos a marcar una dinámica que no será positiva para ninguno.

Aquel a quien le estamos borrando sus errores y arreglamos sus vidas deja de aprender a hacerlo por sí solo. Asimismo, es muy normal que de forma inconsciente esté en el entendido que siempre estaremos ahí como su salvavidas sin importar lo que haga.

Esto nos termina afectando aunque no lo parezca en un inicio. Empezamos a consumir toda nuestra energía en el otro olvidándonos de nosotras mismas y perdiendo el camino en el transcurso. 

Porque es más fácil arreglar la vida de otras personas que la de uno mismo.  De igual manera, cuando por tanto tiempo nos convertimos en los «salvadores» de alguien se vuelve complicado salir de esa posición. 

¿Lo peor? La persona a quien solemos ayudar se acostumbra tanto que el agradecimiento comienza a evaporarse al darse por sentado. Es por ello que debemos entender que no podemos salvar a nadie, solo amarlo. 

No puedes llegar y arreglar una vida como si fuera una prenda rota. A veces tendrás que ver cómo la gente que amas toma pésimas decisiones, pero solo podrás aconsejar, sostener sus manos y esperar que encuentren el camino. 

Siempre podrás ayudar, pero recordando no perder tu camino.

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