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La relación con mi papá me enseñó lo que es el verdadero amor

Papá me preparó para escuchar mi corazón y ser feliz

Papá siempre me preparó para que cuando llegara el momento, eligiera lo mejor para mí.

Quizá puso estándares muy altos en mi corazón sobre lo que significa el amor de verdad. Pero si de algo estoy segura es que no tengo prisa porque esa persona llegue a cubrirlos.

Y es que papá hizo todo por verme feliz, desde convertirse en un valiente corcel que cabalga por un bosque encantado, hasta luchar contra dragones y seres de otro planeta.

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Papá secó mis lágrimas cuando mis rodillas golpearon el suelo después de intentar andar en bicicleta, sin ruedas de entrenamiento y me hizo reír hasta sentir que me quedaba sin aliento en una batalla de cosquillas.

También me enseñó que no se necesita de poderes especiales para librar los obstáculos pero que siempre se puede creer en la magia para hacer que los miedos se esfumen.

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Más que una suerte, crecer con un papá tan amoroso y entregado a su labor, es una verdadera bendición. 

Los expertos dicen que la relación de una niña con su padre influye en su carácter de forma importante pero también, en la forma en la que afianza sus relaciones amorosas a futuro.

A menudo, papá es quien nos enseña a ver el lado ligero de la vida, que siempre hay espacio para el postre y que no hay nada más importante que respirar profundo cuando el mundo parece derrumbarse.

Pero si algo podemos agradecerle es que de una u otra forma, nos enseña el significado del verdadero amor.

Nada es más importante para un padre que el bienestar de su niña. Por eso es que a través de sus mimos, regaños y exigencias, nos enseña que no debemos conformarnos con cualquiera que nos llene de palabras bonitas que no se cumplen en acciones.

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Papá me siempre me defendió de aquellos que intentaron acercarse y aunque a veces me hacía sentir que era molesto, es ahora cuando entiendo que tenía razón.

Él siempre tuvo ese superpoder para ver más allá de las apariencias y saber cuando algo no era bueno para mí.

Hoy más que nunca, le agradezco por enseñarme lo que es el verdadero amor. No espero menos de una relación con una pareja.

Hoy sé que merezco un amor que me complemente, que me haga crecer y ser siempre la mejor versión de mí misma. un amor al que yo pueda aportarle algo positivo y viceversa; un amor en el que no sea yo quien lo de todo sino uno en el que construyamos entre dos.

Porque lejos de formar una niña caprichosa o una «princesa», papá crió a una mujer fuerte, con un alma inquebrantable y un corazón que merece latir de felicidad.

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